Ayer me pasó algo insólito: iba en una micro, hacia un lugar de Santiago donde no me ubico muy bien, y como soy perdida, iba muy urgida. En la micro iba una chica de unos 18 años, con su hermano chico, que tendría diez. La niña iba hablando muy fuerte, contándole a su hermanito cómo lo había pasado en sus trabajos de verano y, para mi gusto, jactándose un poco de la ayuda que había prestado en una comunidad mapuche muy pobre. A pesar de ello, yo la escuchaba admirada. Parecía ser de esas personas muy caritativas, con una fuerte vocación por lo social. Eso pensé, hasta que nos bajamos en el mismo paradero...como me pareció simpática, le pregunté dónde quedaba la calle que yo buscaba. Y entonces ella, siguió caminando, sin mirarme, ignorándome por completo (ni que yo tuviera pinta de asaltante) y sólo cuando le insistí, me dijo "no sé". Sin mirarme ni detenerse. La encontré absolutamente incoherente. No me importó que no supiera, eso es lo de menos. Fue su nula disposición a ayudar. Por un lado se jacta de cómo sacrifica una semana de sus vacaciones por ayudar a gente necesitada (algo muy loable, es cierto), pero es incapaz de ayudar a una persona que se le cruza por la calle. No es primera vez que conozco gente así. Personas que son campeonas para inscribirse en cuanta obra social existe, pero incapaces de ayudar al prójimo más cercano. Copan su agenda de apostolados, pero olvidan el "apostolado diario". Yo no entiendo, porque en general, quien es tan desprendido de sacrificar su tiempo libre en ayudar a los necesitados, es porque tiene un gran amor por entregar y ayuda a todo aquel que lo necesite.
LITERATURA Y MÚSICA EN LA CORTE DE LUCRECIA BORGIA
-
Este programa lo preparamos para celebrar el Día de las Librerías, a
inicios de noviembre del pasado año, pero lo suspendimos por la DANA. Es
una combina...
Hace 1 mes.