martes, mayo 11, 2010

Vértigo

Tanto remezón familiar y geográfico acabó por enfermarme. Yo, que me hacía la chora, la súper mujer, contenedora, consejera y valiente, la que llora a escondidas para hacerse la fuerte y poder sostener a otros, acabé por tambalearme. Estoy igual que este país: tambaleándome, pero no alcancé a caerme. Antes de eso, pedí ayuda. Lloré, vomité y me hice todos los exámenes. Al final, resultó ser algo en mi oído. Por suerte, nada grave, ya que eso de andar maréandose sola es para asustarse y además invalidante. Ahora me dejo querer, me dejo regalonear y me tomo todo con un poco más de calma e indiferencia. No más autoexigencias por un rato. Cumplo mis metas y mi horario, pero no pienso trasnochar para adelantar pega, como hacía antes. No corregiré las pruebas y trabajos de un día para otro, sino dentro de una semana, como es el plazo habitual.
Es que me tenía abandonada. Como me gusta tanto lo que hago, me encerré en mi Historia y no quise darme cuenta de que mi alma estaba cansada. Cansada de tanta muerte, de tanto dolor a mi alrededor y me dí cuenta de que yo solita me presionaba para ser la mejor en todo, cuando eso es imposible. Dejé de pensar en mí, porque pensar me daba pena y rabia al recordar lo que han sido los últimos meses. Tanto así que he decidido no retomar mi investigación sobre el Purgatorio, que era la continuación de mi tesis de Máster. No quiero nada más con la Muerte. Es un tema fascinante, bonito, que me ayudó mucho a enfrentar todo lo que he pasado. Pero no más. Ahora buscaré un tema más alegre para investigar: un rey, nacimientos, matrimonios, no lo sé aún. Talvez alguna de mis lecturas pendientes me dé la respuesta.
Analizando mi vida, he descubierto que ésta transcurre en ciclos de siete años. El 2009 cerré uno, en el cual la Muerte fue la gran protagonista. Mi Baja Edad Media personal. Y ahora, se viene entonces mi "Renacimiento"...Este remezón en mi oído me vino a recordar, con su violencia, que era bueno cuidarme y que el llorar o querer mandar todo a la cresta no me hace mala persona ni menos fuerte. Que no siempre me la puedo sola. Que todos a veces necesitamos un hombro del cual apoyarnos para no caer. Y que no hay que tener miedo a sentir. Al reprimir lo que sentía, mi alma se cansó. Y como seguí sin hacerle caso, le mandó un chancazo a mi cuerpo. Ahí entendí. ¡Por Dios que soy porfiada!
Yo juraba que estaba bien, porque andaba contenta y con ganas de hacer cosas. Siempre optimista, aunque malgenio. Pero malgenio nací, así que eso no era un indicio de nada. Sí me notaba más cansada en las mañanas, a pesar de dormir varias horas. Pero atribuí el cansancio a mi mayor carga laboral, a marzo, etc. ¡Y no! Era mi mente, la que necesitaba desahogarse y luego desconectarse. Tampoco podía escribir. Estaba pasando por un período donde las musas ni se asomaban por aquí. Estaba casi "robotizada", sin darme cuenta que en mi alma ahogaba mis gritos de rabia, de rebeldía e impaciencia. Y luego...vino el terremoto, los mareos, el sentir que me faltaba el aire...pero seguí adelante, y sin darme cuenta, había activado el "piloto automático", hasta que el mareo no se quitaba y me estaba impidiendo ser Yo. Dejé de hacer cosas que me gustaba hacer, como salir a caminar, por miedo a marearme. Y ya el día que no me pude levantar para ir a hacer clases me dí cuenta de que algo raro me pasaba. Asustadísima, fui al doctor, me hice los exámenes y comencé un tratamiento. Hoy, sólo me mareé una vez y fue poquito. Espero que mañana sea menos todavía.