domingo, diciembre 09, 2012

¿Qué te hicimos?

No me hicieron nada, y sí, las abandoné. A ustedes, mis amigas de la infancia, mis amigas del Colegio.Es difícil explicarlo, porque es difícil que lo entiendan. Ni yo misma lo entiendo muy bien. Hubo un momento en que estuve muy mal, y decidí que debía alejarme de ciertas compañías que me hacían mal. Es raro. Lo que me hacía mal de estar con ustedes no era algo que ustedes hayan hecho, al menos conscientemente. Me hacían sentir mal. Y me costó mucho tiempo el descubrir el porqué. Las últimas veces que las ví, siempre quedaba con una sensación rara, estaba triste durante días. Y después lo descubrí: cuando estaba con ustedes no me sentía auténtica. Me sentía como aprisionada por un corset que me impedía respirar bien. Y no es culpa de ustedes: es el ambiente en que nos movimos 14 años de Colegio. Un ambiente en el que siempre me sentí cuestionada y criticada, donde para evitar mayores críticas y cuestionamientos, me ponía el corset. Y cada vez que éste se aflojaba un poco, me tachaban de "rara". Y llegué a creer que así era, hasta que empecé a conocer otro mundo, en el que era bastante menos rara. Y luego viví en otro país, donde lo raro era ser normal, y donde los corset estaban mal vistos, porque hacen que la gente sea sosa y reprimida. 

Por eso, cuando volví, el corset ya no me cabía. Y sentí cómo, cada vez que las veía, las críticas y cuestionamientos eran frecuentes. Aunque lo hacen inconscientemente, siempre están ahí. Y esa es la verdad: no me sentía cómoda compartiendo con ustedes. De a poco, y una vez superado el estrés que marcó mi vida durante dos años, puedo decir orgullosa que ya todo eso me resbala. Durante esos dos años no podía verlas, porque estaba en un proceso de "limpieza", y talvez, cobardemente, decidí evitar todo aquello que me hacía mal. Por eso, las evité. Como ven, el problema es mío. Sólo mío. No es nada que ustedes hayan hecho: ustedes son como son. No quiero criticarlas ni cuestionarlas por eso.

Podría decirles que al principio, las eché de menos. Pasé por un muy mal momento y las sentía muy lejos. Quería contención y no la tuve. Sé que la busqué y encontré pocas respuestas. Talvez no busqué suficiente. Ya no importa, porque yo tampoco las contuve cuando ustedes estuvieron mal. Creo que nuestra amistad se ensució. Eso me llevó a permanecer alejada. La idea de que ya todo se había acabado, la idea de que el vínculo estaba roto y era imposible de reparar. Pero ayer, algo pasó que me llevó a pensar que talvez, estaba equivocada y que es posible enmendarlo todo.  

miércoles, noviembre 07, 2012

Los misterios de la vida

Hoy terminé de convencerme de que Occidente está en crisis. Porque cada vez se hace más evidente un síntoma que ya me está empezando a preocupar: la superstición. Cada vez más seguido, comienzo a escuchar gente que intenta explicar cosas de diversa índole, usando argumentos que no son racionales, sino que basados en lo que para mí, son tonteras. No es que yo sea totalmente escéptica, creo que efectivamente  existen poderes más allá de la ciencia y la razón, pero culparlos constantemente de todo lo que pasa, me parece que raya en la tontera. Lo mismo opino de toda esa sarta de pelotudeces apocalípticas. 
No puedo entender que una persona le eche la culpa de sus desgracias y fracasos a "fuerzas ocultas". Cada vez escucho más seguido gente que habla de "males de ojo", "trabajitos", "brujería", etc. Cuando muchas veces, sus desgracias y fracasos son culpa de su propia negligencia, de su falta de esfuerzo, de su constante pesimismo. Creo efectivamente, que hay gente que a veces tiene una nube negra gigante en la cabeza. Lo que no creo que eso sea por un mal de ojo, vudú o lo que sea. Creo que a veces son pruebas que nos pone Dios (o como le llamen los que creen) y a veces, nos pasa algo malo y eso nos desmoraliza tanto, que nuestra propia ansiedad nos hace atraer nuevas desgracias. 
Cuando muere un ser querido, es difícil entenderlo y aceptarlo. Todos lo sabemos. Pero, la muerte es parte de la vida, y para esa persona, su peregrinar por esta vida se acabó. Creer que alguna fuerza maligna estuvo detrás de la muerte de un ser querido es una estupidez. De hecho, me parece infantil, supersticioso, inmaduro y totalmente irracional. Una locura. Pero comprensible, cuando se pasa por un momento de mucho dolor. Por eso, hay que contener a los que sufren. Y tratar de que no le den más vueltas a los por qués. Porque jamás sabremos ese porqué. Ese es uno de los misterios de nuestra vida: por qué se acaba cuando se acaba...
Y por otro lado, cuando algo no nos resulta, sin saber por qué, normalmente caemos en canciones lastimeras, llorando por nuestra "mala suerte". Y a veces nos esforzamos tanto en conseguirlo, pero igual no resulto...Nos dicen que todo pasa por algo, y nuevamente intentamos desentrañar los misterios de la vida, cayendo en reacciones y explicaciones absurdas. Pero a veces, años después, nos alegramos de que aquello no haya resultado, porque todo fue para mejor. Normalmente es así. 
Hay que dejar de cuestionarse cada desgracia que nos pasa, y cuando lo pasamos pésimo, no pensar, sino más bien "entregarse". Eso cuesta muchísimo, porque el ser humano tiende a colapsar mentalmente ante el exceso de presión o sufrimiento, y un síntoma de ese colapso es pensar tonteras. 

lunes, octubre 22, 2012

Pamplona. Siete Años Después.

14 de septiembre de 2006. Una chilena de 25 años baja de un tren, procedente de Madrid, en Pamplona, capital del reino de Navarra. Amante de la Historia medieval, razón que la ha llevado a tomar sus maletas y embarcarse en una aventura al otro lado del charco, dejando familia, amor y amigos, sabe qué importancia tuvo Pamplona y su reino. Importancia con cierto valor sentimental, ya que 300 años antes, un antepasado suyo dejó esas mismas tierras para comenzar una nueva vida en el Nuevo Mundo...
Se encontró con una ciudad limpia, ordenada, llena de áreas verdes, con un centro histórico medieval maravilloso, que en siete días alocados de julio se revoluciona por sanfermines. Un claustro gótico que la cautivó. Una Universidad en la que pudo conocer mucho más acerca de aquél período que tanto le entusiama. Gente increíble, sincera, de esfuerzo, y por sobre todo, leal hasta la muerte.
Fue un año maravilloso, ése que pasé en Pamplona. Lo recordaba con cariño y nostalgia. Por eso, este regreso, aunque breve (sólo dos días), fue precioso. Reencontrarme, un 14 de septiembre, pero siete años después, con esa ciudad a la que quiero tanto, su gente, sus monumentos y su gastronomía, fue un muy buen momento. Pasé casi tres semanas en España, recorriendo lugares increíbles. Algunos, como Pamplona, Barcelona, Toledo, Zaragoza y Madrid, no eran nuevos para mí. Pero, me agradó mucho volver. Y conocer lugares donde nunca había estado como Jaca, Sevilla o Granada, fue espectacular.
Hoy quiero recordar mi reencuentro con Pamplona. La encontré igual que siempre, al igual que antes, me perdí en sus calles redondas y vagué por las callejuelas del centro. Navarrería;  San Saturnino; los pintxos de San Nicolás; la taconera; la plaza del Castillo; la Ciudadela; el Campus con sus árboles otoñales, donde tantas veces me senté a su sombra a conversar sobre la vida ; las tiendas de la calle Iturrama, cercanas al piso donde viví...
Fue un bonito reencuentro. Había prometido volver y cumplí. Ahora prometo volver por un tiempo más largo. ¿Volvería a vivir allá? ¡De todas maneras! Pero, no sé si ahora es el momento, todos sabemos cómo está la situación allá...aunque, debo confesarles, que, hasta llegar a Madrid, un turista no nota que España está en crisis. Lo notas si conversas con la gente, que te cuenta  lo que está viviendo; si ves las noticias; si te topas frente a frente con las protestas (algo que a mí, al menos, sólo me tocó en Madrid, aunque supe que días antes de que yo pasara por ahí,  hubo una en Barcelona). Lo notas en el aeropuerto, cuando tu vuelo, que hace escala en Guayaquil, va lleno de inmigrantes que vuelven a su país.
Pero, ves movimiento en las calles, no ves caras largas, los restaurantes siguen llenos, al igual que las tiendas (aunque hay que advertir que había muchos turistas). Se ven muchos monumentos restaurándose, obras públicas importantes llevándose a cabo (como el tranvía de Zaragoza). Aunque, ver la Plaza Mayor de Madrid vacía, un martes a las 8 pm, sí es un indicio de que algo está pasando. Algo grave. Aunque, como les digo, uno lo nota más en las conversaciones de la gente. Por lo tanto, si un turista va, se dedica a pasarlo bien, no prende la tele y no habla con la gente (un tipo de turismo que a mí no me gusta, por incompleto), ni se enteraría de la crisis en España.
En Pamplona, noté menos inmigrantes que antes y  más gente hablando euskera. Eso fue lo que más llamó mi atención. Pero, el movimiento en las calles del centro era el mismo. El mismo pueblo alegre y trabajador, que disfruta de una buena comida, con gente honesta, sencilla y tolerante. Un pueblo gozador, pero con los pies bien puestos en la tierra, que sabe perfectamente la crisis que vive, pero en lugar de lamentarse, lucha por salir adelante. Por eso, el turista despistado jamás verá la crisis.

lunes, septiembre 10, 2012

Reflexiones...

Nuevamente, septiembre comienza con una noticia triste. Hace un año, el avión casa en Juan Fernández y hoy, la muerte de Blanquita. ¿Qué tienen en común? Para los que no sufrimos directamente con estas tragedias, ambas nos han hecho conmovernos con el sufrimiento ajeno hasta las lágrimas. Al igual que esa vez, quedamos con miles de interrogantes, millones de "porqués". Debe ser algo terrible perder a un hijo, dicen que es el dolor más grande. Y en este caso, algo absolutamente inesperado, casi fortuito. Y da rabia y pena ver cómo a una pareja joven, simpática y exitosa le arrebatan así a su niñita. Y eso que uno no los conoce de verdad. ¡Cómo debe ser ese dolor para ellos! Creo que inimaginable. Lo bueno es que están rodeados de gente que los quiere, que, de alguna forma, con su cariño, les ayudarán a vivir su duelo. Porque el dolor no se acaba. Se apacigua con el tiempo, se transforma. Pero siempre duele.
Una vez más, una tragedia viene a recordarnos que la vida es un regalo, y que nuestros seres queridos también lo son. Por eso, hay que disfrutarlos cada día, gozar cada momento. No sabemos cuándo se nos van a ir de nuestro lado. Disfrutar de las cosas simples, alegar menos, no complicarse por tonteras, no andar peleando con todo el mundo... a veces se hace difícil. Pero hay que esforzarse por pasarlo bien y sobre todo, aprovechar la compañía de los que más queremos.

sábado, agosto 18, 2012

Y tú...¿qué te crees?

Lo digo en serio...¿qué te crees para andar por la vida con esas ínfulas de rey, de ser superior y exitoso, mirando a todos por encima del hombro? ¿Quién te hizo juez de lo que es correcto, de decidir quién es mejor que otro? Humillando, haciendo comparaciones odiosas, siempre buscas quedar bien, hundiendo a los demás...¿quién te crees que eres? ¡¿Hasta cuándo?!
Sol@, te vas a quedar sol@, porque ya nadie más soporta estar a tu lado. No importa todo lo que te esfuerces. El cariño uno se lo gana dando cariño. No sacas nada con ser tan generos@, si después de un acto amable, vienen cien palabras de crítica. Talvez, a veces, una crítica tuya haga bien. Porque las verdades duelen, pero es necesario escucharlas. El problema es que acá no hay reciprocidad. Tú puedes estar un día entero diciéndole a la gente las "verdades", sacándole en cara sus defectos, limitaciones o debilidades. Pero, a la larga, eso cansa. Y si uno trata de decirte algo, si alguien intenta decirte lo mismo a tí, incluso usando un tono menos agresivo y burlesco al que usas tú...te engrifas, insultas y aumentas tus descalificaciones hasta el infininito.
Por eso digo, ¿qué te crees tanto? ¿O acaso eres el primer ser humano de esta era creado con infinitas perfecciones? Y si así lo fueras, tendrías tolerancia y filtro. Medirías lo que dices, o al menos, lo dirías una vez, sin estar constamente repitiéndole a la gente sus defectos. Eso a la larga cansa, cansa mucho. Y siendo que puedes ser una persona muy buena, lo echas a perder con esa actitud. ¡Qué pena!

(Dedicado a aquellos cuyo ego es tan grande, que no son capaces de ver la viga en sus ojos, pero que son expertos en ver la paja en el ojo ajeno)

domingo, julio 22, 2012

¿Por qué luchamos?

Hace como un mes, al leer una revista, me encontré con una reflexión que me tiene muuy pensativa: una mujer que, al alcanzar el éxito, se angustió y deprimió. Y eso, me hizo recordar una reflexión que tuve hace meses: me pasé tantos años peleando por lo que quería hacer que, justo cuando lo conseguí me volví un ser angustiado, estresado y mareado. Y llegué a pensar que fue porque ya no sabía por qué pelear. Y, al ser de naturaleza guerrera, al seruno de mis lemas "life is a battlefield", por primera vez en mucho tiempo, no encontraba batallas qué pelear.
Ayer, me encontré nuevamente con un testimonio que me dejó pensativa: la entrevista que le hicieron a Cristián Warken quien, en un proceso de crisis personal (crisis entendida como un proceso de cambio, en su caso, al parecer, iniciado por un duelo a raíz de la muerte de su hijo, un duelo que ha decidido sabiamente vivir como deben vivirse los duelos: sentidos, reposados y respetando sus tiempos personales), ha decidido vivir una vida más simple, más reposada, menos trabajólica y materialista. Partiendo de la base de que él nunca me ha parecido ni trabajólico ni consumista, sí está optando por una vida más sencilla, renunciando a muchas de las cosas de las que llenamos nuestras vidas creyendo que con eso estaremos seguros y felices. Pero, al final nos metemos en el engranaje de una maquinaria sin fin, que nos va consumiendo.
Y es un tema que a mí me llega, y creo que a todos no nos debería dejar indiferentes: cómo a veces pasamos años y años buscando conseguir algo, y cómo al conseguirlo, nos damos cuenta que en eso no se basa nuestra felicidad. Yo pasé dos años llorando y peleando para lograr hacer ´clases en la Universidad y tener un trabajo estable. Y el 2010, cuando finalmente logré tener 4 ramos en dos universidades distintas, un curso de posgrado y un contrato en un Colegio, ¡colapsé! Pasé seis meses de mi vida mareada, con crisis de pánico. Corría todo el día, por las tardes ya no quería hacer nada, y en las noches me costaba dormir. Además, como familia, vivíamos un duelo muy fuerte y el mismo país estaba, literalmente, tambaleándose. Y por razones de salud, tuve que reducir mi carga laboral, creyendo que algún día lo retomaría, cuando saliera de mi colapso.
Hoy, dos años después, completamente restablecida, ni en sueños pretendo volver a sobrecargarme jamás como hice en 2010. Ya no le veo sentido. Me encanta lo que hago, pero lo que hago no define quién soy, no es lo único que soy. Me hace feliz, pero no pretendo volver a esclavizarme. Obviamente, esto tuvo un costo económico, pero lo asumí sin problemas: total, los excedentes me los gasté casi todos en sanarme. Y volví a sentirme libre y a disfrutar de lo que hacía, Y lo más importante: volví a tener vida. Ahora llego en las tardes, cansada, pero con ganas de hacer cosas, disfruto nuevamente de la vida y duermo bien en las noches.
Creo que a veces, y al menos, fue lo que me pasó a mí, nos autoadjudicamos un rol de guerreros por la vida tan intenso, que luchamos con tanta fuerza por lo que creemos importante, que cuando lo conseguimos, estamos demasiado agotados para disfrutarlo. Mejor vivir el momento, agradecer a cada instante lo que tenemos, y obviamente, jamás bajar la guardia (lo siento, es mi naturaleza, jeje). Pero, ir sin prisas ni ansiedades, respetar nuestros tiempos y a veces, como el gran Cristián Warken, bajarse un tiempo de la montaña rusa, cuando sentimos que nos ahoga y marea, y entregarnos a una vida más sencilla.

sábado, mayo 05, 2012

Cronos

¡Qué ganas dan a veces de vencer al padre Tiempo!
Y hacer que no pasen los años, arrebatándonos a quienes más queremos.
¿Qué hacer? nada, porque es imposible vencer a Cronos,
siempre atento a devorarnos y a arrebatarnos esos días felices...
aunque no todo es malo, a veces nos trae nuevas causas de felicidad.

Pero hoy, quisiera retroceder el tiempo, al menos unos años,
cuando aún estaban los que ya partieron,
cuando los que ahora sufren, antes reían.
Pero, ¿cómo retroceder el tiempo sin borrar
las cosas buenas que ocurrieron desde entonces?



jueves, mayo 03, 2012

Sin dar explicaciones

No me importa que me juzguen ni que me pelen. Tampoco me importa si me entienden. Me basta con entenderme yo misma, cosa que ya cuesta bastante. Talvez, mis decisiones sean egoístas. Pero es que me ha costado bastante recuperar mi salud mental como para perderla de nuevo. Y eso me lleva a evitar ciertas personas y situaciones...sobre todo cuando cacho que ando especialmente vulnerable, cuando el piso vuelve a moverse y cuando ya mi neura es descomunal.  No sé si lo entenderán, no sé si me perdonarán...no sé si es como para pedir perdón, no siento que la embarré. Nadie me ha dicho nada tampoco. Y la verdad, no sé si importa mucho. Ya fue. Nunca me he preocupado mucho de lo que opine el resto. Obvio que me importa el hacer lo que esté correcto. Pero cuando eso signifique exponerme a sufrir una nueva crisis, creo que mi omisión, no sé si queda justificada, pero me deja tranquila. Es que el tema de la enfermedad y la muerte me cuesta mucho. Tanto, que talvez eso me llevó a investigar cómo se enfrentaba ese trance en otras épocas. ¡Pero todavía me cuesta! Me da rabia, pena, impotencia, me pongo nerviosa y así soy un cero a la izquierda. En esas condiciones, mejor aislarse y no convertirse en una carga, cuando el resto está preocupado de cosas más importantes que de mis neuras. De ésas me encargo yo. Mejor aparecerse cuando uno ya está más sereno, y no agravar más la situación. Talvez haya una dosis de egoísmo en mí, pero siento que una presencia, de alguien extremadamente nervioso, es peor que una ausencia. No sé si lo entiendan, pero no sé si hay que dar explicaciones...es algo muy mío, y trabajo para superarlo...pero cuesta! y los últimos meses han sido muy cargados...y eso me ha hecho retroceder un poquito...me siento más debilucha como para enfrentar estas pruebas y debo recargarme más. Es que ese tema me enfurece. La enfermedad se nos presenta a veces como algo tan injusto! la incertidumbre, el dolor, el sufrimiento...es difícil ver algo bueno en todo eso. Puede que el aprender a afrontar estas cosas sea la lección que vine a aprender...antes pensaba que era la tolerancia (que también...). Así que en eso estamos! aprendiendo a costalazos.

viernes, abril 27, 2012

Viendo llover

Lluvia, a ratos granizo...¡panorama horroroso si nos pilla trabajando o en la calle! Distinto es si estás, como yo, en casa, vistiendo poncho y pantuflas, mientras disfrutas de un sandwich de jamón-queso caliente y una taza de chocolate caliente...¡pura felicidad!

martes, febrero 07, 2012

Corazón de sandía

En Chile, febrero es sinónimo de verano. Aunque no salgamos ni a la esquina y trabajemos como chinos, las altas temperaturas lo recuerdan constantemente. Para los más afortunados, significa vacaciones. Y, otra palabra que me carga "veraneo". Me imagino playas repletas de gente, bajo un sol abrasador, con la arena hirviendo y pasado a aceite de coco, cuchufliés, donde el ruido del oleaje debe competir con los gritos de los niños y los alaridos de los teams de verano. Eso nuna me ha gustado. Talvez, durante mi época taquilla puber hice como que me gustaba un poco, porque aborrecerlo equivalía a muerte social. Con los años, cuando todo lo que pensaran los demás dejó de importarme, volví a odiarlo sin remilgos. Cuando pienso en vacaciones, pienso en algo menos sociable, sin ser del todo "ermitaño": amigos, paisajes lindos, comida rica, pasarlo bien, carretes...


Hoy, comiendo una deliciosa sandía que me trajeron de regalo, recordé lo eternos que parecían los veranos cuando era niña. Siempre salíamos en febrero, aunque el destino a veces variaba: normalmente íbamos al campo de mi abuelo materno en Limache. Si no, a Salamanca, tierra de brujas, donde nació mi abuela paterna y de donde proviene la deliciosa sandía que disfruto hoy. Otras veces fuimos a Tongoy o a La Serena. Más tarde, en la época púber, Morrillos y Pucón. Pero mis recuerdos de los veranos eternos comiendo sandías, duraznos, melones, frutillas y los mejores tomates del mundo (arrancados de la mata y comidos a mordiscos, con sólo un poquito de sal, que llevábamos envuelto en una servilleta en nuestros paseos por el huerto), son en Limache. Veranos antes de que la adolescencia me convirtiera en un ser inseguro y atormentado, y donde la perspectiva de pasar un mes entero en un campo se me asemejaba a una tortura.


Tardes interminables bajo el sol, paseando por el jardín de mi abuela, imaginando mil cosas: juegos, coronas de sauces, cuentos...una vez me dio por hacer revistas y otra, un campamento de barbies. Tenía una casa de muñecas rosada, que una tía arquitecta me hizo con cuatro puertas de demolición, donde jugaba a las tacitas y que cada verano redecoraba con distintos muebles y cojines robados de la casa de mis abuelos. Con las distintas flores y plantas del jardín, inventaba unos suculentos platos para mis muñecas y mis amigas. Algunas tardes experimentaba en la cocina y, siguiendo las recetas de un libro de recetas para niños (uno verde, con un osito en la portada), hacía tortas. Sobre todo, para mi abuelo, que estaba de cumpleaños el 8 de febrero y esa celebración reunía a la familia, que llegaba desde distintos lugares a compartir con él ese día. También recuerdo mis originales modos de juntar plata, organizando rifas donde hacía participar a toda la familia (abuelos, tía abuela, bisabuelos, tíos, nanas).


Me habían enseñado que "sólo los niños tontos se aburrían" y además iba a ese mes de vacaciones con mis libros, mis juguetes y todo lo que me gustaba hacer. Para una Navidad, me regalaron un costurero y estuve muy ocupada haciendo vestiditos para las muñecas y jugando a operar a los peluches y muñecas de trapo. Otro año, me dio con creerme peluquera: varias de mis barbies acabaron rapadas, con melenitas cortas o de pelo negro. Mi mamá sufría con mis ocurrencias y juraba que no me regalaría una barbie más, porque no las cuidaba.


Aunque sabía entretenerme sola, a veces echaba en falta el tener amigos de mi edad con quién jugar...a los siete u ocho años, no invitas amigas del colegio a pasar un mes de vacaciones. Mis hermanos eran muy chicos y mis primos guaguas. Pero, tenía una prima de segundo grado que veraneaba en Olmué, que aunque era seis años menor, me apañaba con todas mis tonteras. Y también estaban los hijos de la gente que trabajaba en el campo, que también iban felices a "tomar té" a mi casita de muñecas.Y a veces llegaban visitas con sus niños y ahí contaba con amiguitos con quien jugar.


Normalmente, pasaba las tardes jugando en el campo y bañándome en la piscina (una de esas plásticas azules, con forma de "chiquitín", que años más tarde, hubo que reemplazar, porque una vaca se cayó adentro y con sus patas le hizo un hoyo imposible de parchar). Pero, a veces nos llevaban de paseo: a Olmué, a tomar helados y visitar a las primas; a Viña, a visitar a los tíos; a tomar té en el Riqué; a pasear por Valparaíso...Pero mi lugar favorito era el Farenheim, que queda en el pueblo de Limache: una maravillosa hostería alemana, donde tomábamos un té delicioso, con strudhel de manzana y café helado, unas piscinas que a mí se me hacían gigantescas, y un inmenso parque, con juegos y área de pic nic. Un paraíso.


Y así pasaban los días de febrero de mi infancia. A veces, tomaba la bicicleta y pedaleaba por horas, dando vuelta por los potreros. A caballo no. El tata tenía su yegua y a veces nos daba una vuelta. Pero para andar sola a caballo, no tenía permiso, debían acompañarme. Un par de veces, cuando tenía más de nueve años, acompañé a mi abuelo al potrero, cada uno en su caballo. Pero no me sentía cómoda, nunca supe controlarlo bien. Prefería la bicicleta, porque me podía meter por donde quisiera. Sólo una vez me caí: me tropecé con una coronta de choclos. Estaban secando choclos al sol y uno se salió de la hilera. No lo ví y volé por los aires con mi bicicleta. Ese fue uno de los últimos veranos de mi infancia, creo que el '92.


Ese año ocurrirían muchos cambios: nos fuimos a una casa enorme, enclavada en los cerros, comenzó ese tormento que llaman "adolescencia" y empecé a pensar en veraneos con amigas, playas y amores de verano. Además, los veranos ya no parecían eternos como antes, y había que aprovechar cada minuto de sol, cada oportunidad para conocer a alguien y cada ocasión para cosechar una nueva anécdota que llegar a contar en marzo. En algún momento, el temido y odiado marzo se volvió simpático, ante la perspectiva de volver a ver a las amigas del cole y al amor platónico. Pero eso fue sólo una fase, después marzo volvió a su desafortunado sitial. En todo caso, Limache ya no me atraía para pasar las vacaciones, a diferencia de mis hermanos, que siguieron yendo en enero, hasta que mi abuelo se enfermó. Para febrero, mi familia se iba ahora a Pucón, donde nuevas historias se tejerían.


Cuando mi abuelo murió, sus hijos vendieron las tierras cultivables y uno de mis tíos compró los derechos de los demás, convirtiendo Limache en su parcela de agrado. Me alegra que lo haya hecho, es un lugar precioso, que tras la muerte de mi abuelo había languidecido (mi abuela no quiso hacerse más cargo, talvez los recuerdos de toda una vida le traían demasiada nostalgia). Ese tío ha "resucitado" ese lugar, pero aunque siempre me dice que la casa está a mi disposición, ahora todo es diferente. Es que también yo ya no soy la niña de ocho años que gozaba comiendo sandías, tomates y dulces de la Ligua.




jueves, enero 19, 2012

Clasismo, arribismo y otros males

Hace más de una semana, quedó la escoba en Chile por las desafortunadas palabras de una joven dueña de casa de un condominio de Chicureo (un suburbio santiaguino, bastante nuevo y un poco a trasmanos del resto de Santiago). Ella daba a entender que exigía a su nana (empleada) entrar y salir del enorme condominio en un furgón, porque sería "atroz que tooodas las nanas y los obreros lo hicieran a pie, mientras los niños paseaban por las calles". La hicieron pebre: los más sensatos, la encontraron hueca y arribista, y se rieron con las mil bromas que aparecieron en las redes sociales. El problema fue que algunos descargaron toda su rabia y resentimiento con ella: le averigüaron todos sus datos personales y le hicieron miles de videos ofensivos en youtube. Yo cuando lo supe, imaginé que la habrían sacado de contexto. Y de hecho, así fue. Ese comentario fue bien tonto, pero antes y después ella explicaba que el servicio del furgón estaba incluido en los gastos comunes para acercar a los empleados hasta la puerta, ya que es un condominio enorme, que puede tomar media hora recorrerlo desde la última casa a la entrada. Y en invierno, con frío y lluvia, sería terrible hacer la caminata.

El problema fue que en el condominio se impuso que todos los que trabajan en las casas lo tomen. Y así estalló el problema, cuando una nana quería caminar libremente de la entrada del condominio a la casa donde trabaja, ya que en su caso era sólo media cuadra, y la administración del condominio no la dejaba, argumentando que se prestaba para fomentar la delincuencia y el famoso "dateo" a los ladrones. En ese contexto, que esa señora dijera que era atroz que toda la gente trabajadora se codeara con los niños al salir, fue un comentario hueco, arribista y muy alejado de la realidad del mundo: en cualquier calle residencial del mundo, tipo 6 de la tarde, conviven niños y gente que sale del trabajo. Si los niños son muy chicos, obviamente deben estar acompañados por alguien. Pero, como pasa mucho, los periodistas cortaron la entrevista y dejaron el comentario que parece enfermo de hueco.

Mi intención no es razgar vestiduras a favor de la tan insultada señora, sino un llamado a tener ojo. Yo cuando la escuché, obvio que la taché de hueca (frívola), pero me preocupé de buscar toda la información. Y sí, el comentario no se entiende en otro contexto que no sea uno negativo, pero el resto de la entrevista muestra que ella no es una déspota, sino que su argumento era el bienestar de la persona que trabaja con ella. Ojo con las noticias que nos venden y ojo con ponernos a tirar mierda y a destruirle la vida a una persona. Hoy, en cinco minutos puedes cagarle la vida a una persona por Internet. Y si esa persona es tan odiada y no les importa, piensen en sus familias. Yo al principio, ví unas fotos en facebook, (walking nanas, una genial de Bertha, de Two and a Half Man preguntando por la weona que no la dejaba andar por el condominio, otra del grito de Munch "Ay que atrooo" y unas nanas caminando...) y obvio que me reí. Pero, después ví que el asunto iba más allá de la talla y derivó en una crueldad contra la señora de Chicureo: unos videos en youtube (los han ido bloqueando, por suerte, yo alcancé a ver uno mientras buscaba la cuña completa de lo que ella había dicho), en que la dejaban no sólo como hueca, sino como "piojo resucitado", "arribista", mala madre, alcohólica y puta, descontextualizando sus fotos personales de facebook. Eso me parece excesivo y desproporcionado. Vivimos un momento social efervescente y polvorita, hay mucho descontento, deseo de cambio y resentimiento, que contrasta con la frivolidad, consumismo y arribismo de alguna gente. Pero hay que relajar un poco las pasiones y no enganchar con cada idiotez que uno escuche.

miércoles, enero 11, 2012

Manipulaciones

A lo largo de mi vida me he topado con muchos manipuladores. Y a veces, lo confieso, yo también he sido manipuladora. En general, no engancho con la gente manipuladora. Pero, a veces, gente a la que queremos mucho cae en el chantaje emocional para conseguir que hagamos lo que ellos quieran. Pero nada nos puede hacer cambiar nuestra forma de pensar. Amigas me han intentado manipular para que participe en actividades que no me interesan, con el argumento, muy válido por lo demás, que son instancias para que compartamos más. Pero, yo no voy a hacer cosas que no me interesan o que van contra mis principios sólo por compartir más con mis amigos. Talvez a los quince años lo hacía. A los 30 no. No me importa, y perdón si sueno egoísta, si les hiere que no quiera participar de una determinada actividad. Hay cosas que no transo. No es que no me importa que un amigo sufra, pero me resulta raro que alguien sufra porque su amigo no comparta sus mismos intereses en un 100%. Como a mí me da lo mismo, no puedo entender que al resto le importe tanto. Por eso, siempre huelo a manipulación en esas circunstancias...¿soy yo la insensible o tengo razón?

miércoles, enero 04, 2012

Conceptos

Esto de estar ad portas de vacaciones me ha inspirado. Y como hace mucho tiempo, este es mi segundo post del día. Es que no me puedo quedar callada cuando pasan cosas que se relacionan con lo que hago. Me confieso: como historiadora, siempre me he inclinado más hacia la Historia Universal. Por algo soy medievalista. Aunque me he preocupado por conocer la Historia de Chile y a veces me toca enseñarla, por lo que me preocupo de estudiarla e informarme, aunque no sea mi materia favorita. Me parece importante que toda persona conozca la historia de su país. En fin...la historia de Chile en el siglo XX no me gusta mucho. Y me da lata que el país aún esté dividido por cosas que pasaron hace treinta años. Pero, más lata me da que en ambos bandos haya gente tan cerrada de moyera, que crea que sólo sus muertos son víctimas y que sus pérdidas son las válidas.

La crisis política de los años '70 desembocó en una guerra civil...talvez el término no guste mucho y sea considerado inexacto, pero explicaré mi argumento: cuando en un país se vive tal espiral de violencia que se divide en dos bandos irreconciliables que ven el mundo de formas opuestas y ven al otro como el enemigo, llamándose "comeguaguas" y otras descalificaciones e insultos, se vive una guerra civil. Y hubo un bando que finalmente se impuso, por medio de un Golpe de Estado. Y, nuevamente doy mi argumento: cuando una persona está gobernando y llega otra y lo saca, eso es un Golpe de Estado. Justificado o no, eso es otra cosa. Y por lo que he estudiado, en la Unidad Popular no todo era miel sobre hojuelas, había un caos gigantesco. Y mucha violencia. Y así como series como los '80 y los Archivos del Cardenal nos muestran gente que sufrió durante esa época, para mi familia fue peor la Unidad Popular. Pero bueno, son historias de vida diferentes. Y yo respeto a los que vivieron la otra cara de la moneda y espero que ellos también sepan respetarme. Y lamento de verdad, todo el sufrimiento y la violencia, vivida en ambos lados.

Y siguiendo con los conceptos, para mí, cualquier gobierno donde el poder se concentra en una persona, que no heredó el poder ni lo consiguió por votación, es una dictadura. Por otro lado, alguien que llega por medios democráticos, pero ejerce el poder de forma despótica, concentrando los poderes, o intentando perpetuarse en el poder, también es un dictador. Más si se violan las libertades de expresión, de prensa y se cometen injusticias. Por eso, para mí no hay drama en hablar de dictaduras en Corea del Norte, en la Unión Soviética, en Cuba, en América Latina en los '70, en España, en Portugal...y creo que, muchas de ellas, ocurrieron porque se llegó a tal nivel de caos, que sin creerlas "necesarias", lamento decir que fueron "inevitables". Obvio que detrás hay proyectos que buscan cambios radicales, ideologías y ambiciones personales. Y lo que hubo en Chile entre 1973 y 1980 fue una dictadura, como culmen de un espiral de violencia que convirtió el proyecto de la Unidad Popular en algo caótico.

Encuentro una tontera sacar esos términos de los programas. Y eso que soy de Derecha, que mi familia se vio perjudicada por la UP y beneficiada por la dictadura. Que celebraron el Golpe, porque estaban cagados de susto, les expropiaron los campos, temían que el plan Z fuera cierto, hicieron colas y una tía murió al no poder encontrar el remedio que la salvaría, por el desabastecimiento. creo que sacarlos es enseñar una verdad a medias. Así como se ha alegado mucho que otras instancias (como las series antes mencionadas) muestran una cara de la moneda, acá se está intentando hacer lo mismo. Y además, me parece insólito el que no les parezca relevante, ya que lo que importa es el que los niños de básica tengan unos conocimientos mínimos de Historia de Chile para rendir su SIMCE. ¡Uno no debe enseñar pensando en una prueba! ¡Uno enseña para formar personas! Y la Historia es una excelente disciplina para formar criterios, por eso es importantísimo enseñar las cosas tal como fueron y si hay diferencias de interpretación, ¡darlas a conocer! Y con sexto básico, siendo delicados (es decir, no bombardeándolos con exceso de información), pero hablando claro, se puede. Es cosa de explicarles que existían distintas formas de comprender lo que era lo mejor para el país, pero las diferencias de opinión fueron produciendo un enfrentamiento progresivo. Y ya está. Cuando sean mayores, en tercero medio (si es que no se reforman nuevamente los programas), se les hará leer las diversas interpretaciones y se podrá ahondar más en el tema. Y ahí ya lo entenderán mejor y su pensamiento irá madurando. Pero con información correcta y completa.

El pago de Chile

Cuando uno es joven y anda buscando su destino, el típico consejo que le dan es que, haga lo que haga, lo haga bien, procure ser el mejor, sea movido y todas esas cosas. Y uno hace caso, sigue su vocación, no escucha las voces heuonas que tratan de chaquetearte o de que vendas al sistema, y sigue adelante. A veces llora de frustración cuando las cosas no resultan, pero uno se levanta y sigue cateteando y peleando. Hasta que lo consigue. Pero cuando eso pasa, uno sigue luchando. Porque, se supone, uno se mantiene en una buena pega por méritos. Pero a veces, no basta con dar el 300% para poder mantenerse en un lugar. No basta con ser el mejor. A veces hay que saber quedarse calladita, ser sumisa, hacerse la tonta...en suma, "agachar el moño". Hasta ahí bien, es algo que se llama "prudencia". Pero, a veces, por razones que no entendemos, las pegas se acaban. Los proyectos fracasan, las lucas se acaban, las prioridades cambian. Todo eso lo puedo entender. Lo que no entiendo es cuando una persona pierde su pega, producto del capricho de otra persona. En toda empresa, existen personas que toman las decisiones. Y las razones antes mencionadas me parecen válidas. Pero a veces, hay decisiones tomadas por razones que a mí no me parecen válidas. Que son, o al menos, ante los ojos de cualquier persona con dos dedos de frente, parecen, meros caprichos. Se supone que en la educación existe la evaluación docente (en la educación superior chilena existe y en la educación escolar particular pagada también) y un profesor bien evaluado, debería tener continuidad. Si uno hace bien la pega, lo lógico es que siga haciéndola. Y en la educación, así como en cualquier otra profesión, "la práctica hace al maestro". Pero, cuando sacas a una persona que lleva años haciendo bien su clase, que está bien evaluada y no es conflictiva, ¡no lo entiendo! Me parece absurdo. Es el "pago de Chile", hiciste bien tu pega, te sacaste la cresta, todo resultó bien, a juzgar por las evaluaciones, pero te sacan. Así, de repente. Es como una puñalada. Y uno se queda con la sensación de que para qué tanto esfuerzo, si al final, quien "corta el queque" puede eliminarte cuando quiera. Y eso da rabia. ¡Cuidado! el peligro de mandar todo a la mierda y ser perfeccionista es muy fuerte. Aunque cueste, hay que seguir creyendo que el esfuerzo a la larga será recompensado. Y a pesar de que no comulgo con las ideas religiosas que me inculcaron mi Colegio benedictino y la Universidad Opus Dei en la que estudié mi magíster, sí creo que el trabajo dignifica y que no sólo honro a Dios a través del trabajo bien hecho, sino a mí misma, a mi familia y a mis padres que se esforzaron por darme una buena formación. Talvez hablo por muchos que han sentido que su esfuerzo no está llegando a ninguna parte o que sienten que se han cometido injusticias con ellos. Y les digo que al final, el esfuerzo es recompensado. Y que si alguna vez se los han cagado, eso se dará vuelta y que lo más probable, es que al final ustedes serán los más beneficiados por ese balde de agua fría. Pero paciencia, que no es inmediato. Y a veces, esas puñaladas nos obligan a no olvidar que somos unos luchadores.