viernes, diciembre 31, 2010

Adiós 2010

Analizar un año como éste, para hacer un balance, daría como para un blog entero...ha sido un año tremendamente movido en todos los ámbitos. Creo que la balanza finalmente se inclina hacia lo positivo, aunque...¡fue un año difícil! Terremoto, tsunami, mucha destrucción, mucha delincuencia, violencia, cambio de gobierno, polémicas, reformas...mucho cambio, ¡demasiado! Fue un año tremendamente vertiginoso. En lo personal, creo que no voy a referirme, este blog ya es lo suficientemente autorreferente el resto del año y quienes me siguen, creo que ya tienen claro el añito que se me va. Además, conversando con mis cercanos, para todos ha sido más o menos igual. En el caso de mi generación, cambiamos de folio y eso siempre genera cambios: el fin de una era.
¿Cuáles fueron, a nivel noticioso, los acontecimientos que más llamaron mi atención? Acá va una lista, imagino que muchos quedarán en el tintero, la memoria de tanto usarse se gasta un poco...
1.- Las catástrofes naturales: primero Haití, luego nosotros...hubo un momento en que sufrí "indigestión informativa". Demasiada destrucción, sufrimiento y angustia.
2.- El cambio de gobierno, con todos las reformas y caras nuevas que ello implica. Agunas me tienen contenta (me parece que se están implementando buenos proyectos, en salud y obras públicas, por ejemplo, y creo que la reconstrucción ha sido bastante eficiente, para la magnitud de los daños) y otras furiosa (sobre todo el proyecto de reducir horas a Historia ).
3.- El rescate de los mineros. ¡Simplemente milagroso! Una tragedia, convertida en una gesta heroica. Un ejemplo de perseverancia y lucha. Pero, tras el rescate, una fiesta mediática un poco cargante.
4.- El incendio de la cárcel. Sin comentarios. ¿Cómo alguna gente puede celebrar la muerte de personas de una forma tan espantosa? Aunque sean delincuentes, eso no significa que merezcan el fuego del Infierno de forma literal. Además, no todos eran asesinos o violadores, como alguna gente que celebraba argumentó.
5.- La crisis económica en Europa...como historiadora, me hace cuestionarme la efectividad de la Unión Europea, ese conglomerado tan idealizado por los teóricos en las últimas décadas.
6.- El descubrir que Obama, la esperanza del cambio en Estados Unidos, no era sino más de lo mismo...en otro color.
7.- El comprobar, una vez más, que hay un sector de este país que vive en una burbuja y se niega a salir de ella: aquellos que no entienden que una mujer violada tiene derecho a decidir tomar la píldora del día después, que no aceptan ni discutir el tema del aborto terapéutico, que no son capaces de aceptar que un sacerdote pueda equivocarse y cometer abusos, y luego tengan el desparpajo de calificar de "reguleque" un sueldo que cualquiera se lo quisiera. Esa gente intolerante, incapaz de comprender una opinión diferente a la suya e incapaz de aceptar la realidad, lo que le hace parecer desubicada, malagradecida y estrecha de mente. No digo que la píldora o el aborto terapéutico deban aprobarse, pero sí soy partidaria de que la gente se informe bien y discuta, antes de rechazar todo de plano.
8.- Wikileaks o la certeza de que en la diplomacia y la política todos mienten.
9.- Festividades varias: Mundial de Fútbol, Bicentenarios, espectáculos, conciertos. Esas pequeñas grandes cosas que nos alegran la vida, nos hacen desconectarnos de las preocupaciones por las cosas serias y nos llevan a sólo disfrutar. No me vengan a criticar el "pan y circo", porque a todos nos gusta y hace bien. El santiaguino ya es lo suficientemente gris y cara larga, un poco de diversión le hace bien, para andar con la cara llena de risa por un rato.
A ver qué nos depara el 2011...

domingo, diciembre 26, 2010

Navidad

No tengo espíritu navideño. Nunca lo tuve. Desde chiquitita, sabía perfectamente qué se celebraba y que llegarían regalitos. Ambas cosas me agradaban, es cierto. Pero nunca he podido vibrar con la Navidad como lo hacen los demás. Una vez el destino me hizo pasar un 24 de diciembre arriba de un avión. Sola. Algo que para muchos podría ser causal de una depresión horrorosa. No para mí. Yo iba feliz a encontrarme con mi amor, después de tres meses sin vernos.
Para mí, la Navidad conmemora el nacimiento de Jesús y por tanto, es una excusa más, y una de las más lindas, para juntarse a compartir en familia. Me encantan los pesebres, me gustan los arbolitos. Me gusta hacer regalos y obviamente, también recibirlos. La figura del Viejo Pascuero, vestido de Polo Norte en un país donde en diciembre hacen más de 30º grados, me parece absurda. Ahora, la historia detrás del Viejo Pascuero, la de San Nicolás de Myra, es maravillosa. No me gustan las luces navideñas en las casas ni los villancicos. Sobre todo, los que son en inglés. Es cierto, una vez me subí a un escenario a cantar uno, pero fue una humorada. Prefiero esos maravillosos conciertos de Navidad europeos que uno puede ver en el cable, como el de la abadía de Saint Gall o el del Orfeón donostiarra. Esa música navideña es la que me gusta. Y lo que menos soporto es la histeria prenavideña santiaguina: tacos por todas partes, gente atiborrando el mall para endeudarse comprando mil quinientos regalos...¿es necesario atiborrar a los niños con tanto juguete caro? Por eso, hago mis compras con tiempo, preocupación, cariño, pero no me las doy de Farkas.
Mi actitud indiferente y malgenio ante la Navidad me ha dado el apodo de Grinch, el que asumo con honestidad. Hay gente que incluso me ha preguntado si me pasó alguna cosa terrible en Navidad y si sería una especie de trauma. Para nada, siempre he tenido felices navidades. Por eso, la historia de Evenezer Scrooge en "Canción de Navidad" de Charles Dickens es mi favorita. No soy una tacaña trabajólica como él, pero tampoco tengo espíritu navideño. A diferencia suya, yo tengo una linda familia. Pero no espíritu navideño. Por eso, me encantaría ser visitada por los tres espíritus de Navidad. A ver si con eso la Navidad comienza a emocionarme. Es que creo que lo que se conmemora, el nacimiento de Jesús, no tiene nada que ver con cómo se celebra. Obviamente, está bien lo del pesebre (aunque encuentro absurdo el esperar hasta las 12 para poner al niñito Jesús, si es para eso, el pesebre debiera armarse el 24 por la mañana sólo con María, José y el burro, a las 12 poner al Niño, a las 2 am la mula, el buey y los pastorcitos, y hacer que los Reyes llegaran el 6 de enero, si estamos tan puristas...). También me parece bien ir a la Misa del Gallo y cantar villancicos (aunque a mí no me gusten). Es perfecto y precioso compartir en familia ese día. También, aprovechar de regalar a gente necesitada. Lo que no me cuadra es que el nacimiento de Jesús se haya transformado en una fiesta consumista.

miércoles, diciembre 15, 2010

Time to say goodbye

En medio de un balance de fin de año espectacular en lo laboral, buenísimo en mi vida amorosa y llena de mil proyectos a concretar, se me vino encima una despedida violenta, repentina y muy, muy dolorosa. Una persona muy querida, al parecer, se fue para siempre de mi vida. Porque se siente tremendamente dolida y tiene razón. Pero no fui yo quien la dañó, sino mi entorno. Y como relacionarse conmigo significa tener contacto con mi entorno, decidió despedirse de mí, junto a todos aquellos que le dañaron. Y me da pena, una pena tremenda, porque perder la compañía, los consejos y el cariño de esa persona es algo terrible para mí. Y me da rabia, porque no sé porqué debo pagar las culpas ajenas. Pero lo acepto. Porque quiero tanto a esa persona, que creo que si alejarse y mandar a todo el mundo a la mierda es lo mejor que puede hacer por su vida, para ser feliz y ya no sentirse dañada, (¡que por Dios que la han basureado!), respeto su decisión. Si es lo que ella considera que debe hacer para ser feliz, pues que lo haga. Yo no sé si ella se esperaba que le rogase llorando y de rodillas que se quedara. En mi corazón, ésa era mi reacción. Pero no lo hice, porque añadirle un sufrimiento o una preocupación más no era mi idea.
Me da rabia que diga que nunca nadie la ha querido como ella ha querido y que no le importa a nadie. Porque yo la adoro, la respeto y significa mucho para mí. Además, siempre ha sido un tremendo apoyo en mi vida, en tantos sentidos, que no existen suficientes líneas para describirlo. Una de esas luces que brillan en medio de la oscuridad, cuando todo parece perdido, cuando todo parece irse a la mierda. Y me da mucha pena que piense que todo ese amor y esa ayuda que siempre me ha demostrado quede en saco roto. Yo jamás la traicionaría, siempre la defendería, siempre la ayudaría. Me importa y mucho. La quiero muchísimo. Pero mi amor al parecer no es suficiente. Porque es tanto el daño que ha sufrido por culpa de gente que me rodea, que siente que nadie la quiere. Talvez la cagué en no ser más demostrativa, más agradecida, más jugada en defenderla. Talvez, en vez de mantener siempre una actitud neutral, hubiese querido que tomara partido por sus causas. No lo sé. Y creo que ya no importa.
Renunciar es siempre difícil. Hace un año atrás, explicaba cómo decidí voluntariamente renunciar a una amistad que me hacía mal. Un alejamiento emocional que aún no reprocho, una amistad que no extraño, cuyo fin me ha aportado tremendo bienestar. Pero ahora se da una situación inversa. Es otra persona la que renuncia a mi amistad. Y como yo hace un año, decidí alejarme emocionalmente de alguien que me hacía daño, creo que debo ser comprensiva y entender que alguien quiera hacer lo mismo conmigo. Aunque me duela. Aunque aún no lo entienda. Esta vez, eso sí fue mucho más violento y repentino. Yo cuando me alejé lo hice de forma progresiva, porque fue para mí todo un proceso aceptar que era lo mejor para mí. Y de hecho, al parecer, esa persona aún no se da por enterada, porque ya estaba tan minada nuestra relación de amistad, que mi alejamiento emocional parece la consecuencia lógica de nuestro mutuo alejamiento físico. Pero ahora es diferente. Me han dicho a la cara que no quieren verme más, que no quieren saber nada de mí. Y es duro cuando viene de alguien que ha sido tan importante en mi vida.
Creo que aún no lo digiero bien. Es casi como vivir un duelo, guardando las proporciones. Todavía no me lo creo y aún reviso mi email buscando un correo que nunca llega, un mensaje de texto, una llamada o una visita inesperada. Aunque le dije que le apoyaba 100% en su decisión, que le deseaba lo mejor y que mi casa siempre estará abierta para ella, me temo que esperaré en vano. No puedo seguir escribiendo, porque me duele mucho y aún no puedo entenderlo del todo. Mi mente lo comprende perfectamente y acepta sus razones. Pero, mi corazón siente pena por la pérdida y rabia porque me ha puesto en el mismo saco que quienes le hicieron daño, sólo por pertenecer a la misma familia.