miércoles, enero 20, 2010

Desvaríos musicales de un día de elecciones en Chile

El domingo, como muchos chilenos, fui a votar. Como soy un poco dejaíta, finalmente no me cambié de comuna y sigo votando en el local cercano a la casa de mi madre. Como los tacos de ese día son infernales, me fui en micro (un agrado, iban vacías, sólo se llenaban a la salida de los locales), lo que para mí es muy bueno, porque como sufro de alergias y presión baja (si, soy una vieja achacosa, es lo que hay) me ahogo y desespero con el calor y las multitudes (muchas veces he debido salir intempestivamente del metro o de la micro). Para amenizar el viaje, que por cierto es bastante corto, iba escuchando música. Y el aleatorio de mi ipod andaba muy certero: mientras iba en el trayecto, escuchaba "El Camino", de Alexs Syntek ("El Camino, no se acaba, continuaré sin descanso, si logro llegar, hasta el punto final, donde no hay más, por andar...). Una canción que para mí, amante de las metáforas, siempre ha tenido un significado muy claro, acerca del esfuerzo diario que uno hace por salir adelante. Pero, cuando comencé a escucharla en la micro, al principio, la recibí muy literal (mi "camino" al local de votación), y después pensé que si la escuchara, cualquiera de los candidatos, se sentirían identificados en su "camino" a la Moneda. Y los dos son bien persistentes y luchadores (¿o peleadores? jejeje), por lo que aquello de "continuaré sin descanso", les viene como anillo al dedo.
Siguiendo mi trayecto, al acercarnos a los locales de votación y a las aglomeraciones (afortunadamente, saliendo de votar y no yendo, lo que repercutió, felizmente, en que esta vez no tuve que esperar nada para votar), mi ipod cantaba "Welcome to the jungle", de Guns and Roses. Jejeje. ¡Si la política es precisamente eso! Las afueras del local de mujeres eran precisamente eso: una muchedumbre gigante a la salida, conversando, tomando bebidas o mote con huesillo (¡ñami!) o emplumándoselas a sus hogares. Por suerte, adentro la jungla estaba muy tranquila. El ambiente de ese cole de Lo Barnechea era bastante tranqui, ni festivo ni de peleas, la gente preocupada de hacer lo suyo y luego salir. Un calor horroroso eso sí. Entre las anécdotas, gocé viendo a los huasos de Lo Barnechea yendo a botar de punta en blanco, a caballo y con chupalla, escoltados por el infaltable perro. Y una niñita, de unos 16 años, que fue a visitar a su hermana vocal, llegó con su hermanita más chica ¡y un chihuahua! que paseaba con su correa. No sé que le pasó al chihuahua conmigo, que se fue directo a mi tobillo, y me pegó un gruñido. ¡Muy gracioso! No sé si trató de morderme y no pudo, o simplemente me odió. Pero es chistoso ser "atacada" por un chihuahua. Un perro más peligroso me hace una gracia así y su dueño se va de gran puteada, pero era imposible enojarse ni asustarse. Luego, abandoné la "jungla" y fui a almorzar donde mi mamá.
No me pronunciaré acerca de mi opción política, porque no es la idea de este blog y porque pienso que al votar, estamos apostando. Por una persona, una propuesta, una visión de futuro. Cuando nuestro voto no corresponde al de la mayoría, perdemos la oportunidad de saber si nuestra apuesta sería acertada. Y cuando nuestro voto gana, ahí recién comienza la apuesta. Nos alegramos, celebramos, despotricamos un poquito contra el derrotado, que a su vez también despotrica contra el ganador, pero tras la celebración, viene la incertidumbre :¿habremos acertado?, ¿será lo mejor para el país?, pero como la vida sigue y al día siguiente hay que seguir trabajando y para la gran mayoría la vida no cambiará mucho, tampoco importa tanto, a no ser que el nuevo gobierno realmente solucione lo que nos importa o se comvierta en una verdadera amenaza. Cuando hace su pega como una continuidad, con soluciones progresivas y algunos conflictos, todo sigue igual. Por eso, jamás he sido alarmista ni he caído en temer apocalipsis cuando gana una persona o coalición que no me gusta. Y acerca de la corrupción de los políticos, ya ni me inmuto. Para mí, la política es cochina per se y por eso me mantengo alejada de su mundo. No digo que toodos sean turbios, pero todos están expuestos a esa cloaca de corrupción. Y como creo en la moraleja de "Pantaleón y las Visitadoras", de que hasta el ser más correcto puede malearse en un ambiente viciado, ningún político es una blanca paloma para mí. Yo, sigo fiel a mi principio de escoger, no sólo el mal menor, sino la propuesta mejor. Y, por supuesto, de defender la democracia, la alternancia en el poder y la libertad. Por eso, aunque la política sea una "jungla", llena de todo tipo de bestias, deperadores y bichos, yo sí voto. Me inscribí a los 18 años y nunca he entendido el "no estar ni ahí" porque no les guste cómo es. Precisamente por eso, hay que votar y apostar por la propuesta que más nos identifique o por la que menos nos disguste.
Lo que más saco en limpio de esta elección es que quedó demostrado que es hora de una profunda renovación política. Fuera los dinosaurios de la transición, ya cumplieron su etapa y aunque se les agradece lo que hicieron (ojo que no hablo por todos, algunos fueron cero aporte), deben dar la oportunidad a una nueva generación. El no dejar que Marco Enríquez fuera a primnarias fue un error, fue mirar a huevo a una persona por su juventud. Y mientras la Alianza da cabida a los jóvenes para que accedan a buenas candidaturas, la Concertación, para mi gusto tiene a sus talentos jóvenes como escondidos. Para mí, Tohá, Orrego y Lagos Weber son tremendos "animales políticos", para mí ellos debieran liderar los partidos y no los vejetes de siempre. Y eso no lo creo yo nomás, es cosa de ver la reacción de las juventudes de la DC y el PS a días de la elección. MEO en ese sentido, encendió la primera antorcha y por eso, se ganó mi respeto. Pero para mí, él y su coalición no debieran haber transado su colaboración o votos con los otros dos candidatos. Lo que él proponía era una tercera alternativa y debiera haber permanecido en silencio. Que votara por quien quiera, lo mismo sus adherentes. Esa es la política que quiero, sin tanto negiociado, muñequeo, propuestas concretas, factibles y necesarias, no más robos, no más corrupción ni trabajos mal hechos que malgastan nuestros impuestos. Como mi inocencia y mis ideales son tantos, "I'm too sweet for politics" y me mantengo aislada, sólo voto y a veces opino y como estudio los gobiernos desde los albores del tiempo, no sacralizo a ninguno.

jueves, enero 14, 2010

Recuerdos de Infancia

(foto de http://www.plataformaurbana.cl/archive/2006/08/18/publicidad-urbana-e-imaginario-urbano/ )

Enterarme hoy que los dos carteles luminosos del Parque Bustamante (los clásicos de Monarch y sus piernas, y la champaña de Valdivieso) fueron nombrados patrimonio nacional, fue remontarme a mi infancia. Nunca he vivido en el centro, pero varios de mis familiares sí y para salir de Santiago, era ruta obligada. Un paseo nocturno en auto por el centro de Santiago era una fiesta para mí, cuando tenía seis años. Alucinaba mirando las luces de neón. Hoy, cualquier menor de 20 años me miraría con cara rara si me escuchara. Es que ellos, nacidos en medio de la vorágine tecnológica, han perdido la capacidad de asombro. Pero para los que fuimos niños en los años 80, esos letreros eran algo espectacular. Talvez, estéticamente, las luces de neón no sean lo más bonito y probablemente, cuando se instalaron, más de alguien protestó pensando que aquello rompería con el entorno de ese bello barrio. Pero para mí, esas luces alegran la noche y cada vez que las veía de chica, no importaba cuánto sueño tenía o lo largo del viaje por regresar a casa, me encandilaban y ponían de buen humor.

Viene a mi memoria uno de mis primeros años nuevos. Aquél que pasamos con toda mi familia materna en el departamento de mi bisabuela, en Agustinas con Moneda. Recuerdo a mi mamá emperifollándome esa tarde, peinando mi pelo siempre rebelde y enfundándome uno de esos vestiditos de las bordadoras de Conchalí que tanto le gustaban, con unos zapatitos de charol. Creo que muchas mujeres sueñan con tener uina niñita para vestirla de muñeca y mi mamá no es la excepción. Recuerdo los abrazos, las champañas descorchadas, el ponche a la romana, los fuegos artificiales...con mis cinco años yo no entendía bien qué pasaba, pero todos se veían felices y se abrazaban. Me emociono al recordarlo, porque varios ya no están y otros ni se hablan...recuerdo haber comido muchas cosas ricas, como el infaltable pavo y que obviamente, ni me dejaron probar la champaña...recién a los trece años tendría permiso (qué grande me sentí en ese entonces). Esa noche, mientras todos conversaban esperando las doce, yo intruseé cada cajón de ese departamento, hallando verdaderos tesoros: monedas antiguas, collares, anillos, pañuelos. Y luego me puse a jugar con las figuritas de porcelana que adornaban el living, inventando historias de princesas y dragones, como siempre. Ese departamento era un verdadero anticuario.

Y al regreso a casa, como a las dos de la mañana, medio dormida mi papá me llevó en brazos a su auto. Pero, al pasar por el Parque Bustamante, los letreros me saludaron y despertaron por un rato. Es el primer Año Nuevo que recuerdo, cuando ni siquiera tenía mucha noción de lo que significaba pasar de 1985 a 1986. Para mí, sólo había sido una fiesta, en la que todos estaban felices.