martes, mayo 28, 2013

Viviendo deprisa

Un semestre que parecía iba a ser un poco más descansado, terminó siendo más ocupado que nunca. Hoy pasé por aquí y no podía creer que mi última entrada hubiese sido en marzo...a mediados de marzo y ahora estamos a fines de mayo. Siempre he escrito con alguna frecuencia, pero la verdad, este año, como nunca, el tiempo ha sido escaso. Ha sido bueno, en todo caso, no me quejo. Si bien, las finanzas no han andado como esperaba (estoy haciendo un curso menos y eso se nota a fin de mes), no me puedo quejar. Acabo de pasar por el blog de Iranzu y al lado de ella, la verdad es que estoy en jauja.
Eso me pasa siempre: cada vez que estoy insatisfecha con algún aspecto de mi vida, lo mejor que me puede pasar es mirar alrededor. No es que uno se compare, ni busque al que lo pasa peor para sentirse mejor. Eso me carga y me parece mediocre. Pero sí lo hago por otra razón: al ver los problemas del resto, me doy cuenta que a veces me quejo por huevadas. Y ahí, vuelvo a ser una agradecida de esta vida, que es un regalo, pero un regalo que hay que luchar cada día por mantener. Alguna vez dije aquí que la vida es un campo de batalla. Lo dije en un momento en que sentía que libraba varias, fue un año complicado, de deseperaciones y dolor. 
Ya no mantengo esa actitud beligerante, porque las aguas están más mansas. Pero jamás bajo la guardia. Las veces que la he bajado, algo pasa. Siempre. Nada en esta vida es eterno, nada está asegurado. Pero es mejor así, ¿saben? Si no fuese así, nos aburriríamos. Cada golpe, cada desilusión, cada proyecto fallido, me inspira a hacer correcciones, diseñar nuevos proyectos, emprender nuevos rumbos, trazar nuevas metas. Y siempre, termino creyendo que todo fue para mejor. 
Y en eso he estado, emprendiendo nuevos proyectos, leyendo y escribiendo mucho. Disfrutando. Actualizando conocimientos. Diseñando nuevas estrategias para enseñar. Me encanta lo que hago, y soy una agradecida de poder dedicarme a ello. De verdad lo disfruto. Aunque  la Historia sea  una amante intensa, absorbente, y no muy lucrativa, al menos en este país. Me fascina. Me encanta enseñar. Lo paso bien, y me siento privilegiada por poder disfrutar de lo que hago. No todos tienen la misma suerte. Y a veces, eso es más importante que recibir un tremendo sueldo, como ocurre en otras profesiones. Eso me consuela en los meses de vacas flacas. No podría estar todo el día en una oficina analizando balances, por ejemplo. ¡Muero de lata! 
Pero es impresionante cómo el tiempo pasa cada vez más deprisa. Parece que fue ayer ese 17 de marzo, fecha de mi última entrada, en la que despotricaba contra algunas tendencias de la juventud actual. Lucho contra eso a diario, y me sorprende gratamente ver cómo muchos de mis alumnos (casi la mayoría), condenan esas tendencias. Me alegra. Quiere decir que los padres están haciendo su trabajo y nosotros, sus profes, contribuimos con nuestro granito de arena para que así sea.