jueves, febrero 11, 2010

Cometas en el Cielo




En junio de 2007, en plena temporada de exámenes de mi magíster, ese libro llegó a mis manos. Prácticamente me lo puso en las manos alguien que acababa de leerlo y que se lo habían recomendado del mismo modo. Acababa de ser traducido al castellano. Prometí leerlo, apenas acabara los exámenes, pero en realidad lo leí en dos días, entre un examen y otro, para descansar del estudio. No podía creer lo que estaba leyendo. Creo que el director que la llevó al cine acertó al describirla como "una épica íntima". Porque es la historia de Amir, un pashtun de Afganistán, un niño adinerado en el Kabul de los años '70, cuya vida cambia para siempre tras los cambios políticos que vive su país. Él huirá junto a su padre, un próspero abogado, tras la invasión soviética, a Estados Unidos. Pero esta historia no se centra en la sufrida evolución política de Afganistán en los últimos 30 años, sino en Amir, su amistad con su sirviente hazzara, y cómo su cobardía y sus celos infantiles le hacen cometer un terrible error que deberá compensar 20 años después, cuando le digan que "aún es tiempo de redimirse".


Para quienes no lo saben, los hazzara o jázaros, son un pueblo de origen mongoloide que llegó a Medio Oriente hacia el siglo VII, formando un reino a orillas del Mar Caspio y en lugar de convertirse al Islam, se hicieron judíos. Al ser de un origen étnico diferente y profesar otra religión, se convertirán en una minoría muy discriminada y perseguida en países como Afganistán. Mientras Amir representa la elite afgana: pashtún, musulmán y rico; Hassan es mongol, pobre, judío e hijo de un sirviente. Pero mientras Amir es un niño intelectualmente muy despierto, es incapaz de defenderse de quienes le molestan. En cambio el analfabeto Hassan es un niño valiente y servicial.


No sé por qué la crítica que leí de la película fue devastadora, cuando a mí me pareció que captó muy bien la esencia del libro y el mismo autor quedó muy contento. Es cierto: el libro es poesía pura, que no el cine no siempre es capaz de expresar. Decir que el libro es mejor que la película, más que un cliché es casi siempre una obviedad. Pero la película me gustó, me encantó lo bien ambientada que está y por sobre todo, los actores. Están muy bien escogidos, sobre todo los niños: Amir, el protagonista, el "antihéroe" de niño, que de adulto, para redimirse, será capaz de un acto de gran valentía, es un niño afgano, cuyas expresiones demuestran toda la complejidad de sentimientos que experimenta Amir: amor, odio, celos, inocencia, miedo, remordimientos...Hassan en cambio es pura bondad, una persona de ésas que se entrega por entero a quienes quiere (dice otra frase preciosa: "yo por tí lo haría mil veces") y el niño que lo interpreta proyecta precisamente eso. Por otro lado, Sorab es el niño triste, porque la vida lo ha golpeado cien veces. Sólo esbozará sonrisas cuando ya esté seguro de que su terrible pasado ha quedado atrás.


El personaje del padre de Amir es mi favorito: un hombre admirado, exitoso, valiente y bondadoso. Pero que guarda un gran secreto que al develarse, nos hará cuestionar su honorabilidad, pero sólo por unos momentos. Se le perdona, porque dentro de todo el contexto, se le comprende, aunque no se le justifica. Un hombre de gran fortaleza, que sufrirá malgenio y en silencio el revés de su fortuna, pero sin dejar de luchar, en pos del bienestar de su hijo. Un ejemplo de superación y esfuerzo. Durante sus años prósperos, nos regalará otra de las frases maravillosas de este libro: "No existe más pecado que el robo, ya que al matar, estamos robando al hombre su derecho a la vida y al mentir, robamos su derecho a conocer la verdad". Precioso.


La historia es fuerte, no recomendable para niños ni para gente extremadamente sensible, pero vale la pena leer el libro o, en su defecto, ver la película. Es cierto que hay escenas donde se sufre mucho, se llora de pena y rabia, pero el resultado final es provechoso. Es un libro que nos hace pensar y cuestionarnos muchas cosas. La primera y más simple: me hizo considerarme una persona tremendamente afortunada, por mi infancia cómoda y tranquila, en contraste a lo que sufren los pobres niños afganos. Y aunque en principio, uno quiere pegarle a Amir, por su cobardía y su crueldad inconsciente, después se da cuenta de que Amir es como todos hemos sido alguna vez: sin la valentía suficiente para defender lo que queremos. Pero, al igual que él, "todavía es tiempo de redimirse".


1 comentario:

Alvaro en OZ dijo...

Recuerdo haber leído reseñas respecto a la película, ignoraba que era libro también. Me parece una historia de lo más interesante (ni idea tenía respecto de los hazzaros, mira que curioso eso que se hayan convertido al judaísmo) y al parecer bastante emotiva.....haré una nota mental para conseguirme , ya sea el libro, o la película respectiva.
Saludos !!