miércoles, abril 01, 2009

Otoño en Pamplona

El otoño inexistente de Santiago me tiene melancólica y nostálgica. En medio de interesantes proyectos, que cada día me tienen más entusiasmada, no dejo de pensar en mi Pamplona...¡qué ganas de volver, pero esta vez acompañada, que ganas de vivirlo todo de nuevo! Pamplona conquistó mi corazón de una forma curiosa. Al principio, no la quise mucho, ni a ella ni a su gente. Es que los navarros no son fáciles y yo, que soy casi mitad navarra por parte de madre, tampoco. Pero, como buena navarra o "pseudonavarra", una vez que ganan mi corazón, soy incondicional.
Pamplona no sólo es la tierra de mis antepasados, el lugar que me acogió durante más de un año para profundizar mis estudios y donde conocí a mi "kuadrilla", a la que llevo siempre en mi corazón, a pesar de las distancias y la falta de tiempo para mantener un contacto tan frecuente como quisiéramos.
Pamplona es un rincón del mundo en el que me sentí como en mi casa. Hay ciudades preciosas que cautivan al sólo pisarlas y quisieras exiliarte allí para siempre. Eso me pasó con Cartagena de Indias, Florencia y Siracusa. Pero hay otras, que aprenden a ganarse tu cariño y eso las hace más valiosas. Me pasa con Santiago, por razones obvias y con Pamplona. Tarde me di cuenta que me había conquistado. Pensé que le había tomado cariño por la gente que conocí allá. Pero es más que eso. la vida allá era alegre, relajada y segura. Sueño con volver con mi marido y criar a mis hijos ahí. Siempre he soñado con arrancar de Santiago para criar a mis hijos. El sur de Chile me parece excelente opción. Y Pamplona también. Y por razones parecidas.
Ando nostálgica porque mi tío anda ahora por allá y me contó lo que visitó. Además mis dos grandes amigos de Ecuador acaban de ser padres y no puedo olvidar cuando paseábamos por la Morea y se enternecían al ver la preciosa ropa de niños que venden allá. Y porque mi "hermana" de Guatemala me escribió hoy. ¡Qué ganas de verlos a todos de nuevo! De ir a tomarnos algo a uno de esos barcitos del centro o de hacer un pic nic en el campus en octubre, cuando las hojas están amarillas, con esos tonos que sólo se ven en Navarra en otoño. O de volver a escuchar un concierto de cuerdas en pleno bosque, un lindo día de agosto. Y volver a vestir de sevillana para una fiesta de disfraces. Disfrutar nuevamente de una semana de sanfermines, vestida de blanco y rojo, rodeada por los toros de kukuxumuxu. ¡Qué recuerdos!
Pero volveré a Navarra. No sé cuando, pero lo haré. Lo prometo: I´ll be back.

2 comentarios:

Memoriona dijo...

Uno siempre quiere volver a los lugares donde ha sido feliz.
Y es cierto eso de que cuando alguien anda en esos lugares uno dice "ohhh, te cambio, plis!", a mi me pasa todo el tiempo.
Besitos Kuki!
(oye este otoño que no quiere llegar y una que tiene tantas ganas de lluvia)

Alvaro en OZ dijo...

Se nota que Pamplona se conquistó completamente. Por mi parte, Brisbane me conquista cada día, al punto que si tuviese la oportunidad de quedarme más tiempo acá lo haría definitivamente.
Saludos !!!