lunes, abril 06, 2009

Felipe

Llegó el otoño, atrasado, pero visitó finalmente Santiago, con esos dos días nublados del jueves y viernes. Pero, el corazón de Felipe no llegó. Su cuerpo se cansó de esperar y ese niño maravilloso hoy descansa para siempre. Ese angelito que logró remover nuestras conciencias y darnos cuenta lo poco solidarios que somos, lo egoístas que podemos ser al aferrarnos a algo que al morir no necesitaremos. No quiero juzgar a quienes pudiendo ayudarlo no lo hicieron. Ellos tuvieron sus razones, y por muy equivocadas que las crea, no estoy aquí para criticarlas. Además que ya no tiene caso. Felipe ya se fue, dejándonos una lección inmensa. Y gracias a su caso, un ejemplo de perseverancia y lucha, muchos decidieron dar vida y se concretaron varias donaciones. Algo que hasta los desolados padres, en medio de su dolor, hicieron ver. Una prueba de la nobleza de esa gran familia.
A mí el tema de las donaciones me llega muy fuerte, aunque afortunadamente, nadie en mi familia ha necesitado de uno. En un momento se pensó que mi querida madre podría necesitar un corazón, pero gracias a Dios no fue así. La primera vez que yo supe que un órgano podía salvar una vida fue a los diez años. Cuando vi el caso de una pobre niña por la tele que, a pesar de su precaria situación económica, viajó a Francia en busca de un hígado que en su país no encontró. No seguí el caso y no supe si la niña, unos cuatro años menor que yo, se salvó. Pero recuerdo haber escuchado con rabia. ¿Por qué debía viajar, débil como estaba, si acá todos los días muere gente en accidentes? A los diez años el mundo parece tan simple y yo, inocente como era, me pareció que si una persona moría, donar sus órganos era natural, ¿de qué le iban a servir? Después, fui creciendo y viendo que las cosas eran más complicadas.
Por años fui asustada con historias de tráficos de órganos. Y hasta el día de hoy no soy donante oficialmente, por miedo a que mi muerte sea precipitada para arrancar mis órganos. Pero, toda mi familia sabe que yo daría mi cuerpo entero a alguien que lo necesite. El resto que lo incineren. A mí no me servirá de nada adonde vaya. Más hasta el momento no puedo hacer. me gusta que el tema salga en el tapete, porque merece ser discutido, para que la actitud de la gente cambia y la ley facilite las cosas.
Cuando viví en España me llamó la atención la solidaridad de la gente con ese tema. No conocí a nadie, exceptuando a los testigos de Jehová (ellos tienen sus razones, basadas en sus creencias, que yo no entiendo, pero respeto), que se negara a donar sus órganos. Cuando yo contaba historias como la de la niña que viajó a Francia me miraban raro: "Pero si ustedes son tan católicos", "si siempre sale en los medios sus obras solidarias como Un Techo para Chile o el Hogar de Cristo". Pero bueno, les explicaba yo, para obras maravillosas como ésas tuvo que moverse gente maravillosa para cambiarnos la mentalidad y movilizarnos. Con la donación nadie lo había hecho. Y creo que Felipe lo logró. Por eso hoy hago este pequeño homenaje a ese niño de alma tan pura. Y a su familia, un abrazo gigantesco, lleno de apoyo y admiración. Demostraron una fortaleza increíble. Tienen un agelito que los cuidará siempre.

6 comentarios:

Flo dijo...

Yo también donaría todo al morirme, por las mismas razones que tú. De hecho soy donante oficial. Igual me da cosa que haya gente poco escrupulosa que "acelere" las muertes para llevarse los órganos, pero por ¿suerte? sé que no es tan fácil hacerlo.
No entiendo por qué a la gente le cuesta tanto donar órganos. Me pareció bastante triste la "manifestación" de esos universitarios cuando la familia de no sé quién donó los órganos de su hijo hace poco. La gente es muy mal pensada. Aunque a veces sí hay médicos que llevan las cosas hasta medidas "heróicas" un poco cuestionables para mi gusto a fin de mantener a alguien con vida. Creo que eso también es jugar un poco a ser Dios, ¿no te parece?
Saludos.

Kuky Haindl dijo...

Totalmente de acuerdo. Debemos estar agradecidos de vivir en una época en que la ciencia tanta ayuda nos presta para vivir más y mejor. Pero, sin olvidar que sólo Dios da la vida y es él también quien decide cuándo quitarla. Si la forma de prolongar una vida va en contra de lo que creemos o provoca que el enfermo sólo viva más para sufrir, tanto "heroísmo" está de más.

Alvaro en OZ dijo...

Si uno está muerto no requiere de órganos, y si éstos están buenos y sirven para ayudar a otros, no veo lo malo de donarlos. Pensar lo contrario es simple ignorancia.
Saludos !!

Unknown dijo...

Yo diria que mas que un ejemplo, el caso de Felipe es una lección que debemos aprender si o si... no puede morirse un niño porque falta un corazón... como tu decías, se mueren todos los dias gente que puede donar sus organos pero las familias no lo hacen... mas que legislar... debemos cambiar nuestra mentalidad... debemos darnos cuenta que podemos cambiar la vida de otro ser humano... paremos de ser egoista...

Además, por favor que no pasen mas casos como los del ministro... mire Ud. que de pronto necesitaba un transplante y paft!!... primero en la lista de espera y con un organo listito para operarlo... le salio rapido cierto?

Un abrazo Kuky... y aquí tienes un soldado para la enorme tarea de cambiar la mentalidad de los chilenos.

escorpiona dijo...

Siempre los golpes fuertes nos hacen aprender...espero que en este caso se de...

Saludos

Chau

Kuky Haindl dijo...

me alegra ver que somos muchos los solidarios y a los que este tema nos llegó.
Un beso a todos