lunes, diciembre 19, 2011

Opinólogos

Hace unos años atrás, se puso de moda (al parecer permanente) la "opinología": una rama del pseudoperiodismo de espectáculos donde cualquiera, da lo mismo su formación académica o laboral, opina sobre la vida de los demás, los eventos de los demás, la ropa, la familia, los aciertos y, por sobre todo, los desaciertos. Y bueno, a veces, como expliqué en un post anterior, escuchar tonteras un rato sirve para relajar la neurona...el tema de hoy no es ese, sino el cómo, la opinología se ha apoderado de todos los aspectos de nuestra vida y estamos llenos de "flatus vocis" en todas las otras áreas del periodismo...y de ahí, la gente, el telespectador común y silvestre, la "señora Juanita", aprendió, y muy bien, a dárselas de opinóloga y a comentar, dando juicios de valor, acerca de todo lo que hace su prójimo y, lo que más me empelota, hablando "ex cáthedra" de cosas que no tiene idea.

Y es ahí donde quiero llegar: a la opinología cotidiana. A esos que nos rodean que no sé quién les dio un doctorado de vida y se pasan la vida dando opiniones que nadie les ha pedido, acerca de sus vidas. Y da lo mismo si en sus vida privada tengan la cagada o parezcan (porque son excepcionales quienes lo son realmente) un modelo de virtudes. Y opinan de cómo te vistes, de lo que comes, de por qué haces esto y no aquello...ufff!!!! Yo sé que todos, y me incluyo, caemos en eso a veces. Pero hay gente que no sé si no tiene vida o qué, pero se lo pasa jorobando al resto con sus opiniones y se meten en la vida de uno. Te critican porque decides cosas que ellos jamás se atreverían a hacer, y te atiborran con preguntas absurdas. Y a veces te salen con una cátedra de cómo actuarían si estuvieran en tu lugar y cuando tú los miras con cara de "y a tí, ¿quién te tiró maní?", te miran como si fueras la mujer más pesada e irreverente de la Tierra. Y continúan dándote consejos que no has pedido. A veces creo que en realidad, es gente que le encanta escucharse. Da lo mismo de qué hablar: lo importante es monopolizar la conversación. Y eso es válido tanto para los opinólogos de la tv como de los de la vida cotidiana.


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