miércoles, julio 27, 2011

Historia y Vida

Me gusta la Historia desde que tengo uso de razón. Ni siquiera sé bien por qué me empezó a gustar. De niña, me encantaban los cuentos y me fomentaron mucho la lectura. Además, me contaban muchos episodios históricos como si fuesen cuentos y muchas leyendas. Ahora podría dar toda una explicación de por qué me gusta la Historia y para qué sirve. ¡Es tan importante conocer nuestras raíces! Nuestro pasado, el porqué de las cosas. Así podemos comprender varias de nuestras reacciones. Y si no conocemos los errores del pasado, estamos condenados a repetirlos. Y si ignoramos nuestros aciertos, corremos el riesgo de no volver a triunfar en nuestros proyectos. La Historia no sólo sirve para saber más, por el simple gusto de saber. También sirve para comprender al ser humano y su vida. No, no somos filósofos y muchas veces la especulación filosófica nos agobia. Pero nos parecemos a ellos en nuestra inclinación a la reflexión y el análisis. Aunque somos más "prácticos", igual soñamos con el ocio como un medio de desarrollar nuestra investigación y reflexión. No sólo memorizamos nombres y fechas como algunos creen. Lo que hace a un buen historiador no es su capacidad de entregar 350 datos por minuto. Sino, su capacidad para reflexionar y relacionar los hechos. Saber presentar y explicar bien los procesos.

Por eso, el libro del gran Georges Duby "Año Mil, Año 2000. La Huella de nuestros miedos" me gusta tanto. Porque es de esos libros escritos con el corazón. Es un libro escrito por un historiador que se sienta a reflexionar después de años de lecturas e investigación. Me gustaría escribir algo parecido. Y leer más historia de ese tipo. Les dejo por eso, tres citas tomadas de este libro:


"Cuando nadie duda de la existencia del más allá, la muerte es un paso que se celebra ceremonialmente entre parientes y vecinos. El hombre medieval posee la certeza de que no desparecerá por entero mientras espera la resurrección, pues nada se detiene y todo prosigue en la eternidad. La pérdida actual del sentimiento religioso ha convertido la muerte en una prueba terrible, en una caída en las tinieblas y en lo desconocido. Ha desaparecido la solidaridad en torno al paso a mejor vida, y hoy todos se dan prisa para liberarse del cadáver. Más que la muerte, nuestros antepasados temían el juicio, el castigo del más allá y los tormentos del imfierno. Miedo a lo invisible, en el fondo del hombre de hoy, que vacila al sentirse impotente ante el destino."


"...A medida que se difunde el conocimiento, vamos adquiriendo más y más conciencia de que hay cosas que no podemos conocer. Hay muchas enfermedades del alma que provienen precisamente de esta sensación de impotencia de los hombres ante su destino."


"De tiempo en tiempo. una catástrofe natural nos recuerda que el hombre, a pesar de todo el poder que ha conseguido con el desarrollo de las ciencias y las técnicas, sigue siendo impotente ante las fuerzas de la naturaleza."


Saquen sus propias conclusiones. En este mundo ultraocupado en el que vivimos, a veces sentarse a pensar un poquito hace muy bien. Y este tipo de libros a mí me ayudan a hacerlo. Creo que queda claro cuál es nuestro objetivo como historiadores: ayudar al resto a conocerse. Muchas veces, en nuestro pasado, tanto individual como colectivo (entendido como familiar, nacional o cultural), encontramos las respuestas a nuestras interrogantes. Así como a veces, ante una situación que es nueva para nosotros, acudimos a los mayores, que ya tienen experiencia, podemos acudir a los testimonios de la Historia.

jueves, julio 14, 2011

¿Qué hacer con la educación?

Es difícil responderlo, aunque últimamente ésta pareciera ser "la pregunta". Entre tanto paro, tanta marcha, tanta entrevista, tantos dimes y diretes...lo único que todos queremos es que el sistema, tal y como se presenta hoy, cambie. Es un desastre. La educación chilena es horrorosa. En contenidos, en metodología, en infraestructura, existe una desigualdad abismante (tanto así que yo no tengo ningún empacho en confesar que no me iría a trabajar a ún colegio público porque me da miedo, ya que allá no existe ningún respeto por el profesor). Pero, creo que algunas de las cosas que piden son utópicas. El mentado tema del lucro, por ejemplo. Es utópico pensar en una educación gratis.

Una educación de calidad requiere de buena infraestructura y profesores con buen manejo del grupo, de los contenidos y que hayan tenido tiempo para preparar su clase. Eso en los colegios privados resulta, porque los sueldos son mejores y el profesor no debe matarse haciendo 40 horas! frente a curso. Quienes nunca han hecho clases, no entienden ese concepto, porque están acostumbrados a trabajar más de 40 horas frente a un escritorio, atendiendo público, etc. Pero, por cada hora de clases bien hecha, hay al menos una hora frente a escritorio de preparación. Entonces, comprenderán que 40 horas es un espanto. ¿A qué hora corriges, preparas clases o tipeas pruebas? ¡Imposible! Si además uno tiene vida y a veces, otras pegas. No es que la educación sea mala porque los profes sean malos, ¡es que están agotados!

Por otro lado, una buena educación requiere de buena infraestructura. Y eso también cuesta plata. ¿Por qué creen que en los liceos se apiñan hasta 40 por curso, mientras en colegios privados hay 30? ¡Porque no hay dónde hacer tantas clases simultáneas! Y no hay que ser experto en psicología educacional (yo estoy lejos de serlo) para darse cuenta de que en cursos más pequeños los niños aprenden más. Sobre todo si tienen dificultades de aprendizaje. Además, en el Colegio no sólo trabajan profesores, también psicólogos y psicopedagogos, apoyando el desarrollo emocional e intelectual de los niños, que a veces (sobre todo en la adolescencia) no es fácil. Bueno, ellos también reciben un sueldo. Y de hecho, quien se dedica a la educación, merece un buen sueldo. Y en los colegios públicos éstos son miserables, siendo que debieran ser buenos, ya que el servicio que presta la educación en una sociedad es clave.

Por eso, la educación gratis es utópica. Me da lata caer en la discusión, para mí bizantina, de si la educación es un derecho, un servicio o una oportunidad. Para mí, todos deberían tener accceso a una educación de calidad. Pero pedirla gratis para todos es injusto. ¿Por qué debería haber estudiado yo gratis, si yo podía pagar? Defiendo más un pago diferenciado, que sea gratis o muy barato para quienes tienen menos recursos. Porque la buena educación debe financiarse. Y los países que tienen educación gratis es porque la gente paga unos tremendos impuestos. Además, hay países con educación gratis que gozan de una riqueza fiscal que Chile sólo soñaría. O, en el caso de nuestro vecino Argentina, de graves déficits. Si el estado quiere subsidiar la educación, me parece fantástico. Pero, debemos estar dispuestos a pagar más impuestos. Por eso, me parece mejor el pago diferenciado.

Acerca de las universidades, creo que varias de ellas no deberían existir. Y el Ministerio debiera fiscalizar si lo que se está impartiendo allí es una carrera de calidad o es sólo un negociado. Yo estudié y trabajo en una Universidad privada y doy fe de que se trabaja mucho para impartir una formación de calidad. Y a los ex alumnos nos va bastante bien, eso es por algo. Es porque sabemos lo que hacemos y lo hacemos bien. Nos enseñaron bien. Muchas otras Universidades privadas son así. Pero, hay otras donde la exigencia es mínima, se "nivela para abajo" y los alumnos hacen lo que quieren. El año pasado yo trabajé en otra Universidad privada y lo pasé pésimo, por varias razones (yo no estaba bien de salud, que es otro tema, pero igual influyó). Pero, me pareció que, al menos la Facultad en la que trabajé, era un desastre, desorganizada, y donde se me increpó por las lecturas que dí a los alumnos, advirtiéndome de que "el alumno de esa Universidad no estaba preparado para leer eso". ¡Por Dios! ¡Y varios sí lo estaban! ¡Porque cuando leyeron y respondieron las pruebas tuvieron buenos resultados! Sin comentarios.

Apoyo a los estudiantes en su paro y sus marchas. Aunque no esté del todo de acuerdo con lo que piden, celebro que se atrevan a demostrar su decontento. Yo jamás me habría atrevido. No tenía por qué hacerlo, ya que vivía en un ambiento bastante privilegiado, miembro de una generación mucho más apática y obediente. Además, odio las aglomeraciones, los gritos y me dan miedo los flaites infiltrados que embarran todo y hacen que lleguen los guanacos y zorrillos. Me estresa todo eso: gritos, piedras, olores...¡no puedo! soy muy debilucha, lo siento. Y talvez muy cómoda, lo asumo. Prefiero opinar desde mi trinchera. pero celebro que se atrevan y que exijan soluciones: nuestra educación tiene una desigualdad abismante, la PSU es una medida arbitraria, además de ser un negociado, y es el colmo que los jóvenes deban endeudarse tanto para obtener un título que ni siquiera les asegura un buen trabajo.

Y creo que el Gobierno comete un error gravísimo: muchos de ellos pertenecen a este mismo sector privilegiado y no tienen idea lo que sufre la gente de clase media baja en este país. No saben lo que es levantarse a las 5 de la mañana y atravezar Santiago en el transporte público (que es otro tema terrorífico), para trabajar TODO el día, llegar de vuelta a las 11 y ganar un sueldo con el que hay que hacer malabares para mantener a una familia. No lo saben y ni siquiera se han preocupado (esa impresión me da a mí) de hablar con la gente que lo ha vivido. Yo voté por ellos, porque creía que con ellos habría cambios y soluciones. Pero, me han desilusionado. El otro día tuve la oportunidad de escuchar a un señor que trabaja en el MINEDUC, porque en el colegio donde trabajo el Centro de Alumnos organizó un encuentro donde fue un funcionario del Ministerio y una universitaria, a presentar las dos visiones. Y me pareció que el funcionario no tenía idea de lo que estaba hablando. Me dio vergüenza ajena.

martes, julio 05, 2011

Fin de semestre: Adicta a las series

Jamás imaginé que este semestre me resultaría tan agotador. Es que como el año pasado colapsé, este año me he sentido con mucho más energía. Pero, he tenido muuucha pega, lo que es muy muy bueno. Estoy contenta, aunque a estas alturas...AGOTADA! pero, ha sido un buen semestre, a pesar del frío y los resfríos.


Aunque, tampoco todo ha sido pura pega: me declaré adicta a la serie "Games of Trhones". La recomiendo a ojos cerrados. Ya terminé la primera temporada y espero con ansias la segunda. Mientras tanto, pretendo leer los libros de la saga ("Canción de Fuego y Hielo") en mis vacaciones, y comenzar a seguir dos series que acaban de estrenarse: Los Borgia y Los Kennedy.


Y es que siempre me han encantado las series. Sobre todo, en la época universitaria, cuando mi flexibilidad horaria era mayor: Friends, Dawson´s Creek, The OC...más tarde, Grey´s Anatomy, Doctor House y Two and a Half men. En mi época escolar, moría por Beverly Hills 90210 y Melrose Place. Antes, siendo sólo una mini Kuky, gozaba con Alf y Tres por Tres.


De mi estadía en España conservé el gusto por algunas series por Antena 3: recomiendo Aquí no hay quién viva, lo más gracioso que he visto en mucho tiempo. No hay capítulo en que no terminé muerta de risa. Ahora hay una sobre la conquista romana en España, que tengo muchas ganas de ver, aunque por horario no he podido.


Acerca de las series chilenas, lejos la mejor de las que he visto es los 80. Emocionante desde su ambientación. Muy real, muy humana, creo que es una recreación muy acertada de la década de mi infancia. Me ha arrancado varios gritos de emoción al recordar ropa, juguetes, costumbres y comerciales de esa época. Sé que sus modelos fueron la excelente Los Años Maravillosos, que narraba la vida de una familia estadounidense en los 60 (cuyo protagonista era mi amor platónico a los diez años) y Cuentame de TVE, que cuenta las andazas de los Alcántara, en plena transición española. Tremenda también.


Y, por supuesto, las series históricas son mi debilidad. Hay algunas antiquísimas, bastante rescatables, aunque les haría falta una remasterización, como Raíces y Yo Claudio (simplemente ¡notable! la recomiendo a los fanáticos de la historia de Roma, y la novela en la que se basa es mejor aún...). De las actuales, The Tudors me fascinó. Hasta le perdono sus imprecisiones históricas. Me gustó mucho también Roma. Por eso, ahora me "apunto" a los Kennedy y a los Borgia. También me han recomendado Camelot y me tinca bastante, porque me fascina la novela artúrica.


Esa es la tele que me gusta, por eso doy gracias por poder tener cable. Aunque ahora, Internet con Cuevana y otros sitios webs nos dan la misma oportunidad. Confieso que a veces "paso" por Primer Plano, Alfombra Roja, cuando no ando muy estresada veo Contacto y esos programas de denuncia (que son lo mejor del periodismo televiso actual), alguna teleserie, las noticias por la mañana (los matinales ¡jamás!, a esas horas trabajo o duermo y si me pillan despierta y en casa, cambio rápidamente de canal, me aburren. Profundamente.) Por ningún motivo, Yingo ni Calle 7, también me aburren. De hecho, en mi época universitaria jamás ví Mekano. Tanto así, que la muy nerd, no me sabía ningún paso de Axé. No por alguna postura pseudointelectual seriota, si igual a veces me quedo pegada con tonteras faranduleras. Los encuentro fomes. Los realities ya no. Programas de talento casi no he visto, aunque son entretenidos. Me gustaban las teleseries nocturnas, pero Dónde está Elisa me dejaba medio insomne y por eso, sólo veo las que son más chistosas y no tan truculentas.


Si al final, uno ve tele para relajarse, aunque también hay excelentes programas para aprender más en History Chanel, Discovery, Animal Planet, etc. Aunque a veces también aburren, chamullan o repiten. A la tele chilena actual, la encuentro pobre. Se le ocurre una idea a uno, y en el mismo horario, todos dan lo mismo. Y no siempre son buenas ideas. Falta más variedad y menos tontera. Aunque, igual una pequeña dosis de tontera hace bien.