lunes, septiembre 10, 2012

Reflexiones...

Nuevamente, septiembre comienza con una noticia triste. Hace un año, el avión casa en Juan Fernández y hoy, la muerte de Blanquita. ¿Qué tienen en común? Para los que no sufrimos directamente con estas tragedias, ambas nos han hecho conmovernos con el sufrimiento ajeno hasta las lágrimas. Al igual que esa vez, quedamos con miles de interrogantes, millones de "porqués". Debe ser algo terrible perder a un hijo, dicen que es el dolor más grande. Y en este caso, algo absolutamente inesperado, casi fortuito. Y da rabia y pena ver cómo a una pareja joven, simpática y exitosa le arrebatan así a su niñita. Y eso que uno no los conoce de verdad. ¡Cómo debe ser ese dolor para ellos! Creo que inimaginable. Lo bueno es que están rodeados de gente que los quiere, que, de alguna forma, con su cariño, les ayudarán a vivir su duelo. Porque el dolor no se acaba. Se apacigua con el tiempo, se transforma. Pero siempre duele.
Una vez más, una tragedia viene a recordarnos que la vida es un regalo, y que nuestros seres queridos también lo son. Por eso, hay que disfrutarlos cada día, gozar cada momento. No sabemos cuándo se nos van a ir de nuestro lado. Disfrutar de las cosas simples, alegar menos, no complicarse por tonteras, no andar peleando con todo el mundo... a veces se hace difícil. Pero hay que esforzarse por pasarlo bien y sobre todo, aprovechar la compañía de los que más queremos.

1 comentario:

Irantzu dijo...

Yo con la muerte de Blanquita me di cuenta de que muchos "conocidos" han pasado por ese gran dolor. El que más se me viene a la cabeza es Cristian Warknen... Terrible en todos los casos, una pena que me imagino que no se pasa jamás, sólo se transforma...