jueves, octubre 14, 2010

Los 33

Es imposible abstraerse del notición que hemos presenciado en estos días. El rescate de nuestros 33 mineros, todos vivos. A pesar del derrumbe, de las enfermedades preexistentes, de la angustia, la depresión, la claustrofobia, el riesgo de infecciones y lo peor, la incertidumbre de morir sepultados antes de ser hallados. Ya nos emocionamos cuando supimos que, tras 17 días, estaban todos bien. Y el rescate fue realmente épico: todos salieron ilesos, aunque era una operación tremendamente riesgosa.

Algunos ya han comenzado a criticar cómo el gobierno ha aprovechado el asunto para hacer un tremendo manejo mediático y desviar atenciones. Puede ser. Pero no se puede negar que su manejo en el rescate (que es lo que realmente importa), ha sido impecable: los sacaron a todos y no hubo ninguna complicación que lamentar. El ministro de minería, hasta entonces un desconocido para la Opinión Pública, se convirtió en un héroe, en un "crack", como le llamó una amiga mía ayer.

Pero, más que nada, yo quisiera destacarlos a ellos, los verdaderos héroes. Para mí, que soy neurótica, que me desespero en un metro lleno de gente y soy bien hipocondria, la tranquilidad y entereza de estos 33 hombres me impresiona. Su actitud ha sifo admirable: como conservaron la calma, se organizaron con los recursos que tenían y lucharon por sobrevivir. Para mí son un modelo a imitar. Representan lo mejor de nuestra tierra: ese chileno "aperrado", que sabe adaptarse hasta a las condiciones más extremas, y siempre lucha por sobrevivir.

Por otro lado, creo que este año 2010 es un año de grandes aprendizajes. Comenzamos con una tragedia nacional en febrero, esos horrorosos terremoto y tsunami, que aunque nos dejaron a todos damnificados, en lo físico y emocional, lograron sacar lo mejor de algunos de nosotros al motivar más que nunca nuestra solidaridad (a pesar que de otros sólo sacó lo peor: las actitudes de rapiña). Tantos muertos, heridos, desaparecidos y desposeídos, nos dejó a todos nerviosos. Muchos cuadros de estrés, angustia y crisis de pánico. Andábamos maniáticos y neuróticos por todo. Pero entonces, ocurrió el accidente en la mina San José. Y seguimos más depres. Pero, al saber que estaban vivos, algo dentro de nosotros se removió: basta de quejas, llantos y angustias. Aquí hay 33 personas atrapadas bajo tierra y estan bien. Sobreviven, sin desmayarse, sin ataques de histeria ni pánico. La lección está más que clara.
Como última reflexión, es importante destacar que este hecho es una gravísima denuncia a las condiciones laborales que deben enfrentar muchas personas en nuestro país. Esta mina no debería haber estado funcionando en las condiciones que estaba. Habían ya accidentes graves. Pero, la ambición de sus dueños, sumado a una autoridad que hizo la vista gorda, permitieron su reapertura. Claro, el precio del cobre estaba espectacular, una mina más es más producción y también dar más trabajo. Pero, en esas condiciones es antiético reabrir una mina. Hoy todos celebramos, pero no hay que olvidar que podríamos estar lamentando un duelo nacional.

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