jueves, enero 14, 2010

Recuerdos de Infancia

(foto de http://www.plataformaurbana.cl/archive/2006/08/18/publicidad-urbana-e-imaginario-urbano/ )

Enterarme hoy que los dos carteles luminosos del Parque Bustamante (los clásicos de Monarch y sus piernas, y la champaña de Valdivieso) fueron nombrados patrimonio nacional, fue remontarme a mi infancia. Nunca he vivido en el centro, pero varios de mis familiares sí y para salir de Santiago, era ruta obligada. Un paseo nocturno en auto por el centro de Santiago era una fiesta para mí, cuando tenía seis años. Alucinaba mirando las luces de neón. Hoy, cualquier menor de 20 años me miraría con cara rara si me escuchara. Es que ellos, nacidos en medio de la vorágine tecnológica, han perdido la capacidad de asombro. Pero para los que fuimos niños en los años 80, esos letreros eran algo espectacular. Talvez, estéticamente, las luces de neón no sean lo más bonito y probablemente, cuando se instalaron, más de alguien protestó pensando que aquello rompería con el entorno de ese bello barrio. Pero para mí, esas luces alegran la noche y cada vez que las veía de chica, no importaba cuánto sueño tenía o lo largo del viaje por regresar a casa, me encandilaban y ponían de buen humor.

Viene a mi memoria uno de mis primeros años nuevos. Aquél que pasamos con toda mi familia materna en el departamento de mi bisabuela, en Agustinas con Moneda. Recuerdo a mi mamá emperifollándome esa tarde, peinando mi pelo siempre rebelde y enfundándome uno de esos vestiditos de las bordadoras de Conchalí que tanto le gustaban, con unos zapatitos de charol. Creo que muchas mujeres sueñan con tener uina niñita para vestirla de muñeca y mi mamá no es la excepción. Recuerdo los abrazos, las champañas descorchadas, el ponche a la romana, los fuegos artificiales...con mis cinco años yo no entendía bien qué pasaba, pero todos se veían felices y se abrazaban. Me emociono al recordarlo, porque varios ya no están y otros ni se hablan...recuerdo haber comido muchas cosas ricas, como el infaltable pavo y que obviamente, ni me dejaron probar la champaña...recién a los trece años tendría permiso (qué grande me sentí en ese entonces). Esa noche, mientras todos conversaban esperando las doce, yo intruseé cada cajón de ese departamento, hallando verdaderos tesoros: monedas antiguas, collares, anillos, pañuelos. Y luego me puse a jugar con las figuritas de porcelana que adornaban el living, inventando historias de princesas y dragones, como siempre. Ese departamento era un verdadero anticuario.

Y al regreso a casa, como a las dos de la mañana, medio dormida mi papá me llevó en brazos a su auto. Pero, al pasar por el Parque Bustamante, los letreros me saludaron y despertaron por un rato. Es el primer Año Nuevo que recuerdo, cuando ni siquiera tenía mucha noción de lo que significaba pasar de 1985 a 1986. Para mí, sólo había sido una fiesta, en la que todos estaban felices.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me identifiqué 100% con este post! También recuerdo cuando era chica ver esas luces, y tb. la Virgen del San Cristóbal iluminada, y me parecía todo mágico, mágico!!!