El otro día conversaba con una amiga, que realiza una investigación, y tiene una teoría muy interesante: la razón por la cual se va perdiendo la fantasía infantil es porque en los colegios, seguidores de modelos racionalistas de enseñanza, "matan" a fantasía infantil. Por eso, la gente llega a adulta con tan poca imaginación y es tan difícil encontrar gente creativa. Aunque, hay excepciones y sistemas de educación, como el Waldorf o el Montessori que sí fomentan la creatividad. Los que estábamos allí nos dimos cuenta cuán cierto era su planteamiento y además, vimos en él la razón por la cual lo fantástico, lo mitológico y lo misterioso tiene tanto éxito.
Ahí me dí cuenta la razón que me inclinó desde chica hacia la Historia y la Literatura: mi constante búsqueda de la fantasía, para evadir una realidad ucho más insípida, racional y descolorida. Mientras crecía, y dejaba de creer en el Viejo Pascuero, hadas, monstruos y duendes, más me incliaba hacia las historias de princesas y caballeros. Y si en lo que leía, había hechiceras, chamanes o druidas, mucho mejor. Más adelante comprendí el nexo entre mito y magia con fe y religión, y empecé a interesarme por esta última. Eso explica mi inclinación hacia el Romanticismo y, a través de él, hacia la Edad Media. En el fondo, yo soy un alma que deambula en una época equivocada. Sin renegar de la modernidad, que tantas herramientas y comodidades nos brinda, yo aún sueño con un mundo en que la fantasía tenga cabida. Por eso amé Irlanda, que sin dejar de luchar por su progreso, preserva entre su gente el amor a las hadas, los duendes y a sus reyes míticos, y sin volver al paganismo ni caer en herejías.
Nunca debemos dejar de ser niños, nunca hay que dejar de lado la fantasía. Está muy bien informarse de lo que pasa en el mundo, leer diarios y documentales, trabajar para ganarse el sustento. Pero, nuestra mente no es razón pura. No debemos buscar constantemente lo que es puramente práctico. Necesitamos de lo no racional la fe, el amor, la fantasía y el placer. Desgraciadamente, hoy en día sólo este último parece tener cabida, haciéndose un gran cupo junto a la razón, transformándonos en materialistas hedonistas. Por eso, tanta gente amargada cuando se le presentan dificultades. Debemos permitirnos soñar y creer. A veces los absurdos se hacen realidad y grandes señadores son exitosos.
Yo me la juego por mis sueños. Por muy difíciles que sean. A veces, me desespero, lloro y pienso en rendirme. En lugar de ello, me encierro diez minutos, lloro y maldigo, luego procuro hacer algo agradable y como dice Johny Walker: "I keep walking". Sin pausas, pero sin prisas. Nunca hay que dejar de lado os sueños. Cuando vienen tiempos difíciles, sólo los sueños pueden mantenernos a flote. ¿Cuánta gente hemos visto que, aparentemente teniéndolo todo, está deprimida? Yo creo que es porque dejaron de soñar. Los racionalistas me dirán: "hay depresiones endógenas, por desequilibrios químicos" perfecto, no reniego de la ciencia. En pleno siglo XXI estaría loca si lo hiciera. Me refiero, no a quienes tienen desequilibrios o enfermedades, ni tampoco a quienes sufren depresión por una gran pérdida. Me refiero a esa gente, que estando psiquiátricamente sana y sin dramas en su vida, va por el mundo envuelto en una gran melancolía y amargura. Ya estoy aburrida de ver en la calle gente con caras largas. No se ve lo mismo en otros países. Fui a Argentina cuando estaban en plena crisis y no vi eso. No vi la cantidad de caras largas que veo acá en España. Tampoco en México ni en Colombia. Y ojo que nombro países culturalmente similares al nuestro. Además son países donde también hay gente con depresión, anorexia, dramas personales, estrés. De hecho, algunos tienen una cuota mayor de dramas personales, debido a sus mayores índices de delincuencia o terrorismo. Pero la gente no va por la vida con cara larga.
No sé por qué será. Talvez, son más gozadores. Lo que no es lo mismo que hedonista. Hedonista es quien se mueve en busca del placer. Gozador es quien sabe disfrutar de las pequeñas cosas de la vida: una rica tarde de sol, una rica comida, una buena película. Y quienes están más abiertos a la fantasía, también son más felices. Si las 11 am los pilla de ociosos, talvez porque han engrosado la lista de cesantes, en lugar de plantarse a ver farándula (que es mi placer culpable, pero la buena: ojalá Hollywood y realeza europea), leer un buen libro o ver una buena película. Esas horas envueltos en un mundo de fantasía, les olvidarán de sus penas por un rato y talvez les inspiren para emprender nuevos proyectos. Sin exagerar: la vida en el siglo XXI continúa y aún no conozco a nadie vivo que haya logrado quedarse en Narnia para siempre. Recuerdo una vez haber pasado cuatro meses sin trabajo y sin saber qué hacer con mi vida. Nunca como entonces leí tanto y vi mayor cantidad de películas. Nunca soñé como entonces. Eso me ayudó a no caer en la amargura, en no aburrirme y en darme cuenta qué es lo que quería hacer con mi vida.
Así que amigos queridos, en esta época de crisis, frente al mal tiempo, atrevernos de vez en cuando a dar rienda suelta a la fantasía. Es inspiradora y nos hará pasar un buen rato. Nos dará bonitos instantes qué recordar. Y eso, nos hará la vida más bonita. Recuerden el poema de Borges, "Instantes". De eso está hecho la vida. Cada día es un regalo. Aprovechemos de ir a la caza de nuestros sueños. Sin pausas, pero tampoco con demasiadas prisas, para no caer en la impaciencia y la desesperación.