
Mi nueva serie favorita es The Tudors, que en el Cable la transmite People and Arts. Como historiadora, todas las series y películas que tratan temas históricos o de época me encantan, aunque a veces algunas tengan errores. Si es que éstos no son garrafales, me las gozo e intento hacer la vista gorda. Aunque también amo otras series, como la inolvidable Friends, Sex and the City, The Oc, y las más recientes Grey´s Anatomy, Doctor House y Roma.
The Tudors me tiene fascinada. Su elenco es de lujo y la ambientación insuperable. Los guiones, entretenidos, han logrado sacar lo mejor de una historia mil veces mejor que cualquier teleserie o dramón pasional del SQP. ¿Quién dijo que la Historia es aburrida? Obvio que si el narrador lo es, va a ser latero. Es igual que con los chistes: hay que saber contarlos. Y esta serie sabe narrar la historia de Enrique VIII, sus seis mujeres y su reforma religiosa, adornándola con las mil y una intrigas palaciegas y líos amorosos. Todo, en palacios e iglesias góticas, cuando no en bucólicos bosques y preciosos jardines.
Mención aparte merece el protagonista, el guapísimo irlandés Jonathan Rhys Meyer. No sólo por ese físico impresionante, que lo llevó a ser modelo de Hugo Boss, sino también por su talento. Los que vieron Match Point, recordarán su actuación como el perturbado profesor de tenis, al que la ambición y la infidelidad llevan a cometer el peor de los crímenes, logrando pasar inadvertido. Algo de eso hay en su Enrique VIII: esa personalidad cambiante, esa mezcla de ángel y demonio, capaz de asesinar a su mujer y después comulgar como si nada. Una muy buena elección este rey. Talvez sea mucho más agraciado que el original, pero lo ha sabido caracterizar muy bien.