miércoles, julio 30, 2014

De la vida y otras batallas

¿Cómo ayudar a alguien que no quiere ser ayudado?  Y aunque mi filosofía es vivir y dejar vivir al resto, cuando ves que alguien la esta cagando con cuática, y ese alguien te importa, ¿cómo intervenir y ayudar, sin ser invasivo, ni ser mal recibido? Esa es mi interrogante de hoy. Es que es muy fuerte ver como una persona adulta es incapaz de hacer algo con su vida y está eternamente esperando una oportunidad. Porque yo puedo comprender la pasividad en alguien que ya lo ha dado todo, que viene de vuelta, y vive su descanso del guerrero, tras una vida agitada y plena. Pero alguien que no ha librado ninguna batalla importante en su vida, yo no puedo comprender que este esperando un llamado cuasi divino, con la espada al cinto, pero ante cualquier oportunidad de dar una pequeña pelea cotidiana, no desenfunda su espada ni se enfrenta a estas pequeñas batallas. Cuando un caballero, para llegar a serlo, debe haberse destacado en batallas, pero antes de eso, debió ser escudero, servir a otros y aprender. Uno aprende cuando empieza "desde abajo". Nadie nace siendo general, eso hay que ganarlo. No podemos pretender dirigir un ejército si nunca empuñamos la espada en una  escaramuza. No podemos quedarnos sentados, con una brillante armadura esperando la Gran Cruzada, y más encima pretender dirigirla. ¿Cómo hacerle entender a esa persona estas cosas, que cualquier persona entiende? 
Y si sumamos a eso que además este caballero de brillante armadura nunca estrenada, considera que su armadura es la más bella jamás confeccionada y el es el caballero perfecto, una especie de Galahad encarnado, que mira por encima del hombro a los demás caballeros, porque sus armaduras están sucias o deterioradas... Por el uso, claro. Porque esos caballeros, cuando todos eran niños y comenzaron a ser escuderos, sirvieron a otros caballeros, no siempre con alegría, pero asumiendolo como parte de su formación. Algunos fueron víctimas de señores déspotas, otros aprendieron, por contraste, lo que un caballero jamás debía hacer. Algunos, pocos, se corrompieron, víctimas de su ambición o de malas influencias. Otros tuvieron la fortuna de trabajar para señores a quienes admiraron y de quienes aprendieron. Luego, comenzaron a participar en distintos enfrentamientos. Adonde su señor los llamara. Y a todos, algunos antes que a otros, les llego aquella noche maravillosa en que velaron sus armas y se convirtieron en caballeros. Y desde entonces, siguen luchando, han estado algunos en importantes Cruzadas y ya se están convirtiendo en leyendas. Pero,  ¿que pasa con nuestro caballero de brillante armadura? El aún no vela sus armas. En rigor, es un escudero, que sirvió a diversos caballeros, pero jamás completó su formación. El primer caballero lo despidió, considerándolo poco esforzado. Su padre, un gran caballero que también se forjo una leyenda en torno a su nombre, le consiguió que fuera a otro castillo. Esta vez, el joven escudero huyo, considerando que su caballero era indigno. Curiosamente, años después, su primo se formó exitosamente con el mismo caballero. Y así, paso por cinco o seis castillos. Como su padre era un señor feudal muy acaudalado, este joven escudero, muy pronto contó con un armamento envidiable y su maravillosa armadura. Jamás estrenada. Ninguno de sus jefes logro jamás que pisara un campo de batalla. Ni tampoco un torneo. Estos últimos le parecían indignos e infantiles. Su lengua viperina le enemistó con mucha gente. Finalmente, a una edad en la que todos sus amigos eran caballeros entrenando a escuderos más jóvenes, el seguía sin ordenarse. Volvió al castillo de su padre, y ahí esta, esperando que estalle la guerra o se convoque a una nueva Cruzada. Pero la que se convoco el año pasado no le gustó, porque su líder es un rey que el considera indigno. La del año anterior, la descarto apenas fue convocada, porque le pareció que la Bula Papal fue poco motivadora. Tres años antes, ni siquiera leyó la Bula, porque ese Papa le caía mal, al haber numerosos rumores de sinónima y nepotismo en su contra. Y este año...como su rey no va, debe viajar hasta el reino vecino, para unirse a esa hueste. Pero, es una expedición que hará el viaje por tierra y no por mar, y eso le parece demasiado extenuante. Y ahí esta, esperando. Mientras tanto su mejor amigo murió como un héroe en  la Cruzada de hace tres años, tras fundar una Orden de Caballería. El recuerda con nostalgia a su amigo, pero jamás se ha acercado al cenotafio que mandó construir el rey en la catedral en su honor. En la Cruzada del año pasado, otro amigo se destaco como un gran general y estratega. Ahora comanda el ejército del rey. Pero nuestro escudero no se cansa de decirle a todo el que quiera escucharlo, lo mal que ese caballero empuñaba la espada cuando tenía 15 años. Crítica y espera. Esa es su vida, mientras el resto vive y lucha, destacandose en diversas batallas, algunas legendarias, otras cotidianas.