miércoles, septiembre 07, 2011

Lucha de Gigantes

Una vez expliqué cómo la vida era un campo de batalla...en el que luchamos, a veces contra enemigos invisibles o contra gigantes. La vida se presenta como una lucha constante. No es una forma negativa de ver la vida, para nada. Son las ganas de pelear, de salir adelante, las que nos dan la vida, que es un milagro, un regalo. En todo caso, no siempre debemos mantener una actitud beligerante: cuando ya hemos hecho todo, cuando ya no queda nada más que hacer, cuando todo está en manos de Dios, hay que entregarse. Creo que cuando la gente pierde la vida es porque ya luchó todas sus batallas, porque Alguien, una Fuerza mucho más poderosa que todos nosotros juntos, decide que ya no quedan más batallas para esa persona. Aunque a veces nos parece que a esa persona todavía le quedaba mucho por vivir...y por luchar.



Por eso me fascina la canción de Nacha Pop que se llama Lucha de Gigantes...ya hablé sobre ella en un post anterior. Es que con todo lo que ocurrió este fin de semana acá en Chile, yo me quede sin palabras...recién hoy puedo escribir esto. Y me cuesta. Es que fue fuerte, una tragedia que nos conmovió a todos...21 personas muy valiosas, en una labor tan bonita como es ir a ayudar a los más desvalidos, a los que perdieron todo con un tsunami. Gente joven, con familia, con carreras en ascenso...al parecer, les quedaban muchas batallas que librar. Pero no, había llegado su momento, esa Fuerza poderosa, que yo llamo Dios, que otros llaman Yaveh, Alá, el Gran Arquitecto, el Destino, los dioses...decidió que ésta era su última batalla. Porque eso es la muerte: nuestra última batalla. Creo que estamos muy sensibles con esto, y al escribir, se me arrancan unos lagrimones. Lo mismo me pasó cuando hablaba de la muerte de Felipe Cruzat o de las niñitas del Cumbres: gente que no era tu amiga, que no conociste, pero no puedes no conmoverte con lo que les pasó, no puedes no pensar en lo que dejan y a quienes dejan atrás.



Este tipo de cosas, siento yo, nos remecen tan fuerte, que nos ayudan a replantearnos varias cosas: qué es lo más importante, nos cuestionamos cuáles son nuestras prioridades, nos damos cuenta que a veces nos complicamos las vida con puras tonteras o molestamos al resto con cosas que no son tan importantes. A veces somos tan autoexigentes, rígidos y exitistas, que olvidamos lo más importante: disfrutar la vida. Si es una imbecilidad matarnos trabajando para forrarnos de plata que después gastaremos en sanarnos por haber sobreexigido así nuestro cuerpo! Eso aprendí el año pasado cuando, mareada como pollo, me diagnosticaron estrés. Y en eso estoy: aprendiendo a no pelear batallas innecesarias, a canalizar mi fuerza en lo que realmente importa y a entregarme. Este tipo de noticias vienen a recordarme, cuando pierdo el norte, que eso es lo que realmente importa.



Para esos 21, la lucha de gigantes acabó. Nosotros seguimos aquí, sintiendo cómo, cuando nos sentimos atacados por la adversidad, "el aire se convierte en gas natural" y nos cuesta respirar. Pero igual, seguimos adelante, aunque a veces no veamos a qué nos enfrentamos, o nos parece que huímos de bestias gigantes. Seguimos corriendo o luchando hasta que superamos ese desafío. Talvez con éxitos o derrotas, pero siempre sacamos un aprendizaje de todo eso. A eso venimos: a aprender