jueves, abril 23, 2009

Feliz Día del Libro

Desde chica me gusta leer. Para mí, la lectura es un placer, no un deber. Por eso, escogí una carrera que me demanda horas y horas de lectura semanal: manuales, monografías, novelas, diarios y revistas son devoradas por mis ojos, ávidos de más lecturas y conocimientos. Y hoy, 23 de abril, conmemorando la muerte de Shakespeare y Cervantes, se celebra el Día de Libro. Además, coincide con la fiesta de San Jordi en Cataluña, en la que se regala una rosa y un libro...¡Yo quiero!
Esa es la razón por la cual hoy comienza la Feria del Libro de BAires (una de mis asignaturas pendientes) y en muchos lugares de Santiago habrá ventas de libros. Yo los invito a entusiasmarse con la lectura. Al menos una media hora diaria para leer algo que nos agrade, por placer y no por deber, hace muy bien. Si se trata de recomendar novelas, acá van algunas que me cautivaron: Las Nieblas de Avalón, Cometas en el Cielo, Sidharta, Médicos de Cuerpo y Almas y Crimen y Castigo.

lunes, abril 06, 2009

Felipe

Llegó el otoño, atrasado, pero visitó finalmente Santiago, con esos dos días nublados del jueves y viernes. Pero, el corazón de Felipe no llegó. Su cuerpo se cansó de esperar y ese niño maravilloso hoy descansa para siempre. Ese angelito que logró remover nuestras conciencias y darnos cuenta lo poco solidarios que somos, lo egoístas que podemos ser al aferrarnos a algo que al morir no necesitaremos. No quiero juzgar a quienes pudiendo ayudarlo no lo hicieron. Ellos tuvieron sus razones, y por muy equivocadas que las crea, no estoy aquí para criticarlas. Además que ya no tiene caso. Felipe ya se fue, dejándonos una lección inmensa. Y gracias a su caso, un ejemplo de perseverancia y lucha, muchos decidieron dar vida y se concretaron varias donaciones. Algo que hasta los desolados padres, en medio de su dolor, hicieron ver. Una prueba de la nobleza de esa gran familia.
A mí el tema de las donaciones me llega muy fuerte, aunque afortunadamente, nadie en mi familia ha necesitado de uno. En un momento se pensó que mi querida madre podría necesitar un corazón, pero gracias a Dios no fue así. La primera vez que yo supe que un órgano podía salvar una vida fue a los diez años. Cuando vi el caso de una pobre niña por la tele que, a pesar de su precaria situación económica, viajó a Francia en busca de un hígado que en su país no encontró. No seguí el caso y no supe si la niña, unos cuatro años menor que yo, se salvó. Pero recuerdo haber escuchado con rabia. ¿Por qué debía viajar, débil como estaba, si acá todos los días muere gente en accidentes? A los diez años el mundo parece tan simple y yo, inocente como era, me pareció que si una persona moría, donar sus órganos era natural, ¿de qué le iban a servir? Después, fui creciendo y viendo que las cosas eran más complicadas.
Por años fui asustada con historias de tráficos de órganos. Y hasta el día de hoy no soy donante oficialmente, por miedo a que mi muerte sea precipitada para arrancar mis órganos. Pero, toda mi familia sabe que yo daría mi cuerpo entero a alguien que lo necesite. El resto que lo incineren. A mí no me servirá de nada adonde vaya. Más hasta el momento no puedo hacer. me gusta que el tema salga en el tapete, porque merece ser discutido, para que la actitud de la gente cambia y la ley facilite las cosas.
Cuando viví en España me llamó la atención la solidaridad de la gente con ese tema. No conocí a nadie, exceptuando a los testigos de Jehová (ellos tienen sus razones, basadas en sus creencias, que yo no entiendo, pero respeto), que se negara a donar sus órganos. Cuando yo contaba historias como la de la niña que viajó a Francia me miraban raro: "Pero si ustedes son tan católicos", "si siempre sale en los medios sus obras solidarias como Un Techo para Chile o el Hogar de Cristo". Pero bueno, les explicaba yo, para obras maravillosas como ésas tuvo que moverse gente maravillosa para cambiarnos la mentalidad y movilizarnos. Con la donación nadie lo había hecho. Y creo que Felipe lo logró. Por eso hoy hago este pequeño homenaje a ese niño de alma tan pura. Y a su familia, un abrazo gigantesco, lleno de apoyo y admiración. Demostraron una fortaleza increíble. Tienen un agelito que los cuidará siempre.

miércoles, abril 01, 2009

Otoño en Pamplona

El otoño inexistente de Santiago me tiene melancólica y nostálgica. En medio de interesantes proyectos, que cada día me tienen más entusiasmada, no dejo de pensar en mi Pamplona...¡qué ganas de volver, pero esta vez acompañada, que ganas de vivirlo todo de nuevo! Pamplona conquistó mi corazón de una forma curiosa. Al principio, no la quise mucho, ni a ella ni a su gente. Es que los navarros no son fáciles y yo, que soy casi mitad navarra por parte de madre, tampoco. Pero, como buena navarra o "pseudonavarra", una vez que ganan mi corazón, soy incondicional.
Pamplona no sólo es la tierra de mis antepasados, el lugar que me acogió durante más de un año para profundizar mis estudios y donde conocí a mi "kuadrilla", a la que llevo siempre en mi corazón, a pesar de las distancias y la falta de tiempo para mantener un contacto tan frecuente como quisiéramos.
Pamplona es un rincón del mundo en el que me sentí como en mi casa. Hay ciudades preciosas que cautivan al sólo pisarlas y quisieras exiliarte allí para siempre. Eso me pasó con Cartagena de Indias, Florencia y Siracusa. Pero hay otras, que aprenden a ganarse tu cariño y eso las hace más valiosas. Me pasa con Santiago, por razones obvias y con Pamplona. Tarde me di cuenta que me había conquistado. Pensé que le había tomado cariño por la gente que conocí allá. Pero es más que eso. la vida allá era alegre, relajada y segura. Sueño con volver con mi marido y criar a mis hijos ahí. Siempre he soñado con arrancar de Santiago para criar a mis hijos. El sur de Chile me parece excelente opción. Y Pamplona también. Y por razones parecidas.
Ando nostálgica porque mi tío anda ahora por allá y me contó lo que visitó. Además mis dos grandes amigos de Ecuador acaban de ser padres y no puedo olvidar cuando paseábamos por la Morea y se enternecían al ver la preciosa ropa de niños que venden allá. Y porque mi "hermana" de Guatemala me escribió hoy. ¡Qué ganas de verlos a todos de nuevo! De ir a tomarnos algo a uno de esos barcitos del centro o de hacer un pic nic en el campus en octubre, cuando las hojas están amarillas, con esos tonos que sólo se ven en Navarra en otoño. O de volver a escuchar un concierto de cuerdas en pleno bosque, un lindo día de agosto. Y volver a vestir de sevillana para una fiesta de disfraces. Disfrutar nuevamente de una semana de sanfermines, vestida de blanco y rojo, rodeada por los toros de kukuxumuxu. ¡Qué recuerdos!
Pero volveré a Navarra. No sé cuando, pero lo haré. Lo prometo: I´ll be back.