domingo, marzo 16, 2008

Lo siento, es mi naturaleza

Mi naturaleza me traiciona. No sé porque, aunque intento perdonar y olvidar a los que alguna vez me hicieron daño, se me hace tan difícil. Cuando alguien me ataca o me hace mal, yo corto esa relación de raíz. Y, pasado un tiempo, intento perdonar. El problema es que mi buena memoria traiciona una y otra vez mis buenas intenciones. Talvez, la última vez que fui herida debí hacer caso a aquellos que me aconsejaban dar rienda suelta a mi naturaleza explosiva. Pero yo odio los escándalos y los conflictos. Y cuando alguien me ataca, yo me defiendo como una fiera. Pero, cuando me hieren, mi naturaleza explosiva se bloquea.

Hasta ahí, todo bien. Intento no recordar el episodio, ya que ha pasado algún tiempo. El problema es que en algún lugar de mi subconsciente, el tema está ahí, siempre presente y en sueños aparece. En ellos a veces yo actúo con esa gente como si nada hubiese pasado. Otras veces, descargo mi ira contra ellos. Y anoche el sueño dio un giro inesperado: me trataban de dar explicaciones. ¿Por qué me pasa eso? Si no me interesan sus explicaciones, no me interesa que me pidan perdón. Ya los perdonaré. No sé si estos sueños son mi forma de cerrar el tema de una vez. Además que cuando recuerdo lo que hicieron, más recuerdo los verdaderos amigos que me ayudaron y como todo fue para mejor.
A veces incluso me dan ganas de hablar con ellos de nuevo. Algunos de ellos ni siquiera se dieron cuenta de que me hicieron sufrir. A veces creo que en vez de huir, cortando el problema de raíz, no contestándoles los llamados ni los mensajes, los hubiese enfrentado. No lo hice porque creí que no valía la pena. Ahora creo que talvez sí. El problema es que yo, en todo lo que tiene que ver con relaciones de amistad, amor y familia, actúo impulsivamente, "donde el corazón me lleve", como esa novela italiana. En el plano laboral y académico en cambio, soy más reflexiva. Aunque en general, bastante espontánea. Por eso, en ese momento, sentí que debía alejarme. El escorpión ataca cuando se siente atacado. Pero, cuando lo hieren, su instinto de supervivencia es fuerte y huye, antes de que lo hieran más.
Si alguno de ellos alguna vez leyera esto, les diría que me desilusionaron profundamente. Y a mí, las desilusiones me descolocan. Porque aunque creo que en general la gente actúa de buena fe, me cuesta dar mi confianza. Y cuando alguien a quien le he dado mi confianza me traiciona, me siento vulnerada. Por eso me comporté de ese modo, huyendo a perderme. A pesar de que seguí viviendo en esa pequeña ciudad, donde era imposible no encontrarse. Hubo, de hecho, encuentros inevitables. Y fui muy fría. Les hice sentir mi descontento hacia su actitud. Después recibí un mensaje, exhortándome a perdonar y no dejarme llevar por el rencor. Pidiéndome explicaciones de por qué estaba enojada. Mensaje que, está de más decirlo, jamás contesté. Hoy, desde este blog, y quizás para que mi subconsciente me deje tranquilo, sin sueños de conflictos añejos, lo contesto:
Creí que lo que teníamos era una linda amistad. Pero me equivoqué. Porque la amistad es una relación recíproca de cariño, confianza y entrega. Siento que yo les quería, que yo me entregué y confié en ustedes. Pero no recibí lo mismo. Cuando me dí cuenta de ello, el dolor por la desilusión fue tan grande, que preferí irme sin despedirme. No me hablen de rencor ni de perdón. Yo quiero perdonarles. Y creo que lo estoy logrando. Pero, como buena escorpiona perdono, pero no olvido. No soy tonta, no me gustan las relaciones de ningún tipo donde lo paso mal. Y yo lo pasé mal. Me dicen que guardan un lindo recuerdo de mí. Me alegro. Porque pasamos momentos bonitos y a veces, aunque no lo crean, los recuerdo con cariño. No sé si algún día nos volvamos a ver o se aparezcan por aquí. Si lo hacen, son bienvenidos. Bienvenidos a conocer una parte de mí que nunca quisieron conocer. Porque, si lo hubiesen hecho, esta columna no tendría sentido.

jueves, marzo 13, 2008

Dardos contra el muro: muerte a macabeos y manipuladoras; muerte a maltratadores y sometidas.

Hace más de un año, escribí una columna acerca de las manipuladores. Ahora me dieron ganas de escribir una dedicada especialmente a los hueones que caen en sus redes. Porque una cosa es que existan mujeres u hombres monstruoso(a)s que consigan todo a base de persuasiones truculentas, y otra muy distinta es que haya estúpido(a)s baboso(a)s que les compren el cuento. Al menos, los primeros tienen la gracia de ser hábiles y de conseguir lo que quieren. En un mundo maquiavélico y sin ética como éste, a veces eso se confunde con una virtud.
Es que a ellos yo no los entiendo. Para mí, cuando se está en pareja, es porque se está enamorado, pero también hay que pasarlo bien. No podría estar con alguien para pasarlo mal. No podría estar con alguien que me ahogara y me anulara como persona para satisfacerlo y retenerlo a mi lado. Sencillamente, no podría. Yo soy de la filosofía que uno debe pasarlo bien siempre. Incluso en los momentos más terribles de la vida. Es cierto, soy una polvorita, malgenio, gritona y malhumorada. Puedo pasar por negativa y me encanta el humor negro y ser sarcástica. Pero, pasada la tormenta, me río a gritos de mí misma. Y siempre sigo adelante. Nunca me he sentido derrotada. Porque nunca ha estado todo tan mal, cuando hay tiempos de crisis, siempre hay alguna luz de esperanza por ahí. Por eso soy feliz.
En fin, para variar me fui por las ramas, jajajaja. Volviendo a las relaciones tormentosas, insisto en que no las entiendo. Porque la vida ya es lo suficientemente complicada como para enredársela más. Osea, todos pasamos por enfermedades, problemas económicos, problemas familiares, líos con la pega o con el estudio, nos enojamos con el gobierno, etc. ¿Para qué complicarse más la existencia con alguien que nos manipula y nos hace sufrir? Si me quiero ir de viaje sola para ir a estudiar y él me dice que si me voy terminamos, pues termino. Porque para mí, es que no me quiere lo suficiente como para esperarme. No fue mi caso, felizmente. Pero conozco gente que no se fue por no perder a su pareja. No comments. O las escenitas, ¿habrá algo peor que eso? De celos, porque miraste o no miraste. O por falta de tiempo, porque casi no se han visto (a veces uno en verdad está ocupadísimo o cansado, si se repite varias semanas hay que entrar a oreocuparse, sino, paciencia nomás).
Hay que entender que una relación de pareja es de amor, es recíproca y es una relación entre dos seres distintos y libres. Está bien, se puede ceder o exigir ciertas cosas, pero no tratar de moldear al otro a imagen y semejanza del príncipe azul o la mujer diez. Porque una relación NO es la compra de una persona. En este país la esclavitud se abolió hace más de 150 años. Ahogar al otro, agobiarlo con nuestros rollos para que por compasión haga lo que queramos, es jugar sucio. Si quieren sentir que tienen a su pareja comiendo de su mano y encerrada en una jaula, háganlo. Pero a mí me gustan los hombres de verdad. No sé los demás qué tipo de parejas quieren. Pero yo, soy partidaria de un amor que me alegre el día, aunque el mundo alrededor se caiga a pedazos. No me va el masoquismo, la compasión ni necesito que me estén contemplando a cada rato. Porque soy persona, no una escultura. Tampoco me interesa que me presionen constantemente para que sea "perfecta". Odio la perfección en las personas. La perfección la dejo para el trabajo, en el que soy extremadamente autoexigente (tenerme de jefa sería de terror).
Entonces, me pasa que no entiendo a los macabeos. Tampoco a las sometidas. Porque la postura del macho dominante o la loca manipuladora que maneja a su pareja a su antojo, la puedo comprender más. Porque, al menos, ellos son los "ganadores" en esa relación. No estoy de acuerdo con el concebir una relación como una comppetencia o un juego de roles, donde uno manda y el otro obedece, pero, si así fuera, el instinto de supervivencia nos inclina naturalmente a ser el que manda, ¿no? Entonces, ¿por qué hay gente que acepta ese juego y se convierte en el sometido?
A ver, es cierto que en una pareja normal, siempre hay uno que tiene un carácter más fuerte y el otro, de algún modo se somete. Hay un grado de sometimiento que está bien. Porque el ser un rebelde conflictivo está a un paso de hacerse insoportable y quedarse más solo que la una. Pero cuando ese sometimiento pasa a anularte como persona, y te hace perder cosas que para tí son importantes (como la realización personal) o tus amigos; entonces es una relación enferma. A eso me refiero. Si la "bruja" no te deja fumar dentro de la casa, es normal que el "sometido" lo haga afuera, para no molestarla. O si ella deja de cocinar comida thai porque a él le carga, está bien que no lo haga, para evitarle el mal rato y la úlcera. Lo mismo cuando, uno de los dos es muy indeciso y el otro va más clarito por la vida. Que uno de los dos sea más dominante, más decidido está bien. También está bien repartirse los roles y que en ciertas cosas uno decida y en las otras el otro. Pero cuando se pasa a llevar al otro y se le obliga a ser cosas que no quiere, por la fuerza o la manipulación, eso para mí es un atropello a la dignidad humana.
Cuando salió todo el tema del femicidio, a mí me gustó el hecho de que se intente, de una vez por todas, acabar con esa situación. Pero ojo: muchos casos que se han tratado como femicidios, en realidad son trastornos psicóticos. Porque para mí, alguien que quema a su pareja es más que un maltratador: es un psicópata. Y otra cosa: para que haya un maltratador, debe haber alguien que se deja maltratar. Por eso, me gustan esas campañas orientadas a que la mujer diga nunca más, denuncie los abusos. a mí si me pega, pego de vuelta, agarro mis cosas y me voy. Por las mismas razones que dí antes: no podría estar con alguien para pasarlo mal. ¿Y qué tiene que ver la violencia intrafamiliar con la manipulación excesiva? Que son dos tipos de maltrato que se dan en la pareja, que atropellan la dignidad humana y que hay que arrancarlos de raíz. El primero es más grave y más fácil de detectar. El segundo es mucho más complicado. Y para defendernos de él, sólo nos queda nuestra inteligencia y orgullo. Como no hay crimen, a diferencia de la violencia de género, la ley nada puede hacer. Constatar abusos psicológicos es mucho más difícil, sobre todo cuando no son insultos y crñiticas constantes, sino manipulación encubierta.