martes, mayo 15, 2007

Abajo el centralismo

Cuando vi las respuestas a la columna anterior, al momento de responderlas, salió un tema del que me gustaría hablar. La Hormiguita Cantora confesó que, a pesar de ser santiaguina, se siente pueblerina. Muy bien, me parece, porque la cultura chilena es muy campesina en sus orígenes y creo que en los pueblos se conoce el Chile auténtico. X supuesto q Santiago no es Chile! Yo soy santiaguina, pero consciente de que el centralismo es un mal q debieramos arrancar d raíz. Desgraciadamente, x ser santiaguina, muchas veces desconozco q pasa en el resto del país, q es lo q las gente d las demas regiones nos reprocha, con toda razón. Ese pensamiento me rondó durante los días posteriores al terremoto de Aysen. Me puse a pensar qué sabía yo de Aysen y, en realidad, era bastante poco, lo q me hizo sentir muy mal.
Algo parecido me ocurrió cuando me enteré del caso Pascua Lama. Yo lo supe hace unos dos años, por casualidad. Porque un amigo periodista fue a reportear a Huasco y me contó lo que pasaba. Meses después encontré, por otra casualidad, un artículo en la revista Fibra sobre ese tema (por cierto: es una lástima que ese medio haya desaparecido, porque aparte de tener una propuesta visual curiosa y algunas locurillas geniales, los artículos eran muy buenos).
Me pregunto: ¿Cuántos temas más desconozco? Diariamente hojeo los diarios y cuando vivía en Chile, veía las noticias. Pero, los temas siempre eran los mismos y el 95% de hechos ocurridos en Santiago. Sé que ahora cada región tiene su sección local en algunos noticieros. Y me parece genial, pero creo que también los medios centrales debería ocuparse de temas graves que le afectan a gran parte de la población.
Yo tengo muchas ganas de algún día, cuando termine mi master y vuelva a mi país, emigrar a alguna región. Me gustaría trabajar en otra ciudad, criar a mis hijos allí. No sólo por darles un aire más limpio y una mejor calidad de vida, sino porque siento que una de las formas de acabar con el centralismo es fomentar la emigración hacia las regiones de profesionales jóvenes, dispuestos a aportar en lo que allí se necesite. Porque yo muchas veces oigo santiaguinos quejarse de que odian Santiago, pero que no se van, porque ahí tienen " de todo", que en algunas ciudades no hay universidades, que en algunos pueblos no hay buenos servicios de salud o buenos colegios, etc. Otros se quejan de que su carrera es inaplicable fuera de Santiago, porque la sucursal de las empresas de su área están sólo allí. Creo que eso es lo que deberíamos tratar de cambiar.
Talvez sueno muy utópica, pero ese tema me ha dado vueltas en la cabeza durante mucho tiempo. Y al venir a España, al comparar cómo aquí "Madrid no es España", me dan ganas de que las cosas no fueran así. Tampoco idealizo lo que ocurre aquí: en el tema político y en todo lo que es gestión gubernamental, Madrid domina y hace lo que quiere. Pero, no existe ese concepto tan peyorativo que tenemos en Chile de "provincianos". Barcelona no me parece nada de provinciana. Para qué decir de Estados Unidos, ¿alguien se atrevería a llamar provinciano a un neoyorkino?

viernes, mayo 11, 2007

¿De dónde eres?

Cuando acá conozco a alguien y viene esa pregunta inevitable, siempre respondo: "de Chile". Pero, a veces me gustaría decir: "Vengo de un pequeño país al sur de Sudamérica, casi cayéndose del mapa. Vengo de esa larga y angosta faja de tierra, bautizada por los quechuas como el 'lugar donde se acaba el mundo', bañado por el Pacífico y cercado por Los Andes".
No importa si me dicen "latina", "sudaca" o "criollita". Para mí, no son insultos, ya que estoy orgullosa de lo que soy y de donde vengo. De ese maravilloso país, con sus imponentes paisajes, país de "alocada geografía" y de poetas.
Un lugar cuya historia ha sido forjada por personas de distinta procedencia: indios, conquistadores e inmigrantes. Yo soy hija de todos ellos y de cada uno he heredado rasgos que han marcado mi personalidad.

viernes, mayo 04, 2007

Reflexiones de una ermitaña desvelada

Estoy cansadísima, muerta de sueño. Pero, no puedo dormir. Tengo mil cosas en la cabeza. Por fin se están cumpliendo todas esas metas que deseaba alcanzar antes de casarme. Hace un año y medio, el tema matrimonial me daba mucho miedo. No sabía por qué. Ahora lo sé: no tenía la madurez suficiente y además, aunque toda mi vida dije que ni muerta me casaba antes de los 25, cuando esa edad llegó, agradecí haber pensado así y decidí que el momento llegaría cuando tenga que llegar. Había un montón de cosas que ambos debíamos hacer antes de dar ese gran paso. Cosas que tienen que ver con sueños de toda la vida y con entrar al temido mundo de la adultez. Y aunque ambos prolongamos nuestra adolescencia lo más posible, sabemos que tenemos los días contados. Él más que yo, porque se ha insertado de lleno en el mundo laboral. Yo, como sigo siendo una estudiante, todavía puedo prolongarlo un poco más. Aunque, ya no me queda nada y se me viene lo más pesado.
Temo hacerme muchas ilusiones con mi regreso y que no pase nada. Así, que prefiero no pensar. Sólo soñar...porque eso no le hace mal a nadie. Sueño con que estamos juntos de nuevo. Me da lo mismo ahora el anillo, el vestido y la fiesta. Obvio que lo quiero tener algún día, mentiría si digo que no. ¿Qué mujer no sueña con eso? Son tantas las ganas de estar con él, que las circunstancias ya pasan a segundo plano. Sueño con que llega de sorpresa, sueño con mi regreso, sueño con que nos casamos, sueño con una simple tarde de domingo aburridísima en que estamos juntos, sueño que vamos a la playa. Al final, da igual. Porque da lo mismo el escenario o el estado civil en el que me vea en mi sueño: lo que añoro es el reencuentro. ´
Yo creo que por eso duermo tanto. Porque es en mis sueños donde vuelvo a estar con él. No importa cómo ni dónde.Durante el día, aprovecho que estoy aquí, lo paso bien, estudio, salgo o leo. El internet es mi gran aliado, porque me permite mantenerme en contacto con él y con todos mis seres queridos que están lejos.
Una vez leí que los chilenos somos buenos viajeros, pero pero pésimos inmigrantes. Lo dijo una mujer que sabe del tema: Isabel Allende, que lleva más de 30 años fuera del país. Y creo que algo de razón tiene. Porque añoramos constantemente nuestra tierra, por mucho que amemos el país que nos acoge. En todo caso, como he conocido muchos inmigrantes aquí, puedo decirles que no es algo propio del chileno, que de hecho, es uno de los que mejor se adaptan.
En mi caso, mi negativa de no quedarme para siempre en España no tiene que ver con un odio hacia este país, al que le tengo muchas simpatías (por algo vine). Mi añoranza por mi país está muy relacionada con los amores que dejé allí. Mi vida está allá, no acá. Este año es sólo un capítulo de la novela que hace 26 se escribe allá. Mis raíces están en Chile y es ahí donde quiero que sigan.
España es un país bonito, de gente simpática, donde se pasa bien. He conocido gente espectacular. He visitado lugares preciosos. Pero aquí, siempre seré una extranjera, siempre seré "la chilena", que llamará la atención por su pinta de "criollita" y su acento exótico, cantadito y sin modular, que se expresa con palabras rarísimas. En Chile soy una más, soy parte de una maravillosa familia, allá tengo mis amigos de toda la vida y al amor de mi vida. Si decidiera quedarme y echar raíces aquí, sólo sería con él.