sábado, diciembre 23, 2006

Historia de una ermitaña


Cuando comencé a escribir este blog, mucha gente me preguntó el porqué del nombre. Porque soy una persona que, sin ser la reina de la fiesta, tiene "algo" de vida social. Y hace muchos años, que ya no vivo como ermitaña, a pesar de que hay días, como hoy, en que prefiero no salir de la casa y quedarme solita, escribiendo, leyendo o viendo televisión.
Pero, cuando tenía 16 años y soñaba con ser una gran escritora y sentía que el ambiente que me rodeaba era demasiado superficial, me encerré mucho. Me daba un poco de lata ir a las fiestas que hacían mis compañeras, porque sentía que era perder el tiempo con gente que no valía la pena. Era muy soberbia y muy pesada, yo creo que insoportable. No sé cómo tenía amigas, que me acompañan hasta el día de hoy.
En esa época, cuando vivía tan alejada de la vida social propia de la gente de 16 años, yo pensaba en el "futuro". Lo único que quería era que el tiempo pasara rápido, salir del colegio y entrar a la Universidad. Más grande,me daría cuenta que uno debe disfrutar cada momento de la vida (incluso los más malos, porque con ésos aprenden y después, cuando pasan, el alivio es gigantesco.) Uno de mis pasatiempos era escribir y leer poesía. Por ahí tengo guardadas mis creaciones de esa época. A lo mejor, algún día me animo y las subo. No son ninguna maravilla, en todo caso. Ya no escribo poesía y no sé si algún día volveré a hacerlo. Pero, en mi época ermitaña, mi fertilidad poética era enorme. Pensaba algún día, hacer una recopilación con ellas y publicarlas bajo el nombre "Confesiones de una ermitaña".
Con el tiempo, dejé de escribir poesía. Mia últimos intentos fueron antes de los 20 años y sentí que lo último que escribí fue demasiado forzado. Por un tiempo, pensé que, como a esa edad estaba pasando por un período muy feliz, no me inspiraba. Porque creí que sólo el sufrir podía hacerlo. Aunque, coincidió con que en esa época aprendí más literatura y me puse más autocrítica con lo que escribía. Ahora pienso, que mi producción literaria coincidió con una fase medio conflictiva de mi adolescencia y ella era mi válvula de escape, en medio de mi soberbia, mi desprecio por los que me rodeaban, mi rebeldía y mis ganas de cambiar el mundo.
Olvidando mi sueño de ser una gran escritora y preocupada por sacar mi carrera y ser una buena profesora y una excelente historiadora, nunca dejé de pensar en que, si algún día publicaba algo literario, lo titularía "Confesiones de una ermitaña". Creo que por eso titulé así mi blog. Porque, en rigor, es lo primero que "publico" (aunque publicar en un blog no es lo que yo soñaba, pero en fin...) Y lo hago como un tributo a la niña de 16 años que, aunque insoportable, tenía sueños de convertirse en una gran escritora. aunque suene egocéntrico hacerse un tributo a uno mismo, lo hago a la que fui.
Por eso, bauticé así este blog, aunque de ermitaña me queda poco (salvo en los días que hace mucho frío y en momentos en que prefiero no salir, para quedarme trabajando o flojeando). Pero, lo que sí tiene son confesiones. Hay veces que son tantas las cosas que estoy pensando, que me dan vueltas en la cabeza y necesito escribirlas, "confesarlas". Y de eso se trata esto.

sábado, diciembre 16, 2006

La Música de toda la vida

Si la vida de cada uno fuera una película, ¿qué música le pondrían? Es una cosa que siempre he pensado y creo que lo he leído en un montón de columnas. Lo cierto es que la música acompaña muchos momentos de nuestras vidas, algunos importantes y otros pequeños. Aunque no siempre estemos escuchando alguna canción, nos les ha pasado nunca estar pensando y sentir como una música de fondo. A lo mejor estoy loca, o he visto demasiado cine en mi vida, pero eso es lo que me pasa a mí.
Por ejemplo, cuando estaba por partir a España, no podía dejar de escuchar en mi cabeza "Me voy" de Julieta Venegas. Y cada vez que estoy medio aproblemada, recuerdo "Lucha de Gigantes", de Nacha Pop. Y cuando vengo saliendo de algún problema heavy, que siento que me ha hecho madurar en algún sentido, me siento identificada con "Más fuerte de lo que pensaba", de Aleks Sintek. De hecho, hay otra canción suya que me encanta y cuya letra también tiene mucho sentido, pero en un plano más personal, del que no me referiré: "Sexo, Pudor y Lágrimas". No se escandalicen; la letra es muuy bonita.
Es que yo me fijo en eso: en las letras. Recuerden que alguna vez tuve inclinaciones poéticas. Obviamente, las melodías también me importan; por eso disfruto con la música cubana de Buena Vista Social Club u Orishas y con la Banda Sonora de muchas películas que serían interminables de nombrar.
Es que las letras de las canciones, al igual que la poesía, hacen que nos identifiquemos con las penas y alegrías del cantautor. Y eso busco yo: música que me identifique en algún estado de ánimo o que me alegren. Por ejemplo, "I'm a Bitch" de Meredith Brooks no tiene una melodía bonita, pero la letra es ideal para cuando ando malgenio contra los hombres.
El amor también tiene canciones. Para mí, "You Still the One", una canción que casi no se escucha ya por las radios, tiene un significado muy especial. Además, su letra ha resultado profética. Pero antes de encontrar el amor, me identifiqué con "Thorn" de Nathalie Imbruglia, cuando sufría por amores imposibles. O me ponía me lancólica con "Foolish Games" de Jewel.
"One" de U2 es una de mis canciones favoritas de toda la vida. De hecho, a los 17 años, la voz de Bono me acompañaba a cada momento; con "Ultraviolet", "Stay", "The Sweetest Thing", "Bad" y muchas más. The Cranberries, con la voz maravillosa de Dolores O'Riordan, es otro de mis preferidos. Creo que no olvidaré un verano en que era el único cassette que teníamos en el auto y terminamos aprendiéndolo de memoria.
Alejandro Sanz y Maná también me traen bonitos recuerdos, sobre todo de la época del colegio, cuando cada canción nueva parecía escrita para nosotras. Así como en la Universidad, no había paseo ni carrete sin los guitarreos cantando Silvio Rodríguez, las canciones de Tango Feroz o Sui Géneris.
Obviamente, mi infancia tendría música adhoc, como Mazapán (un clásico) y rondas infantilas. Pero también toda esa música ochentera de la buena, como Aha, Cindy Lauper y la mejor época de Madonna. Y un poco más pubertosa, Xuxa y Mecano ( me empezó a gustar a los doce años).
Hay canciones que, aunque no me identifican, también las pondria, porque, los que me conocen, saben que son mis clásicos en hueveo: "Huele a peligro" de Myriam Hernández, un buen repertorio de Christian Castro, "No es amor" de Aventura y "Un besito Cachichurri", que no sé de quién es.
Y aquí en España, por un malentendido con mi disfraz d gitana para Halloween, me hueviaron una noche entera con Shakira (x similitudes con el cinturón), entonces ahora mis amigas me hacen bailar "My hips don't lie". Y hay canciones muy chistosas que he descubierto acá, que también me suben el ánimo, por ejemplo, "Besos" de El Canto del Loco. También me gusta la Oreja de Van Gohg y cuando fui a San Sebastián, no podía dejar de pensar en "La Playa". Amaral, Ana Torroja y Miguel Bosé son otros de mis españoles preferidos. Y Mikel Erenxun, tiene una canción, que ahora que vuelvo a Chile, también tiene mucho significado: "A un minuto de tí".

miércoles, diciembre 13, 2006

Merry Christmas

Como cada año, diciembre llega de repente, sin avisar, y nos encuentra en medio de mil cosas. Este año diciembre es un poco distinto, porque desde que tenía dos años que no pasaba una navidad en el invierno. Eso yo creo que dificulta que el espíritu navideño me empape, a pesar de las luces, los villancicos, los pesebres (acá les llaman belenes) y los ricos turrones y polvorones.
Yo nunca he sido muy navideña. Creo que dejé de serlo, cuando dejé de creer en el Viejo Pascuero. Qué pena decir eso, pero para mí esa vorágine de compra que se produce en Santiago me llevó a odiar la navidad. Acá, como Pamplona es casi un pueblo, a pesar de su categoría de ciudad y capital de la comuna foral de Navarra, eso no se ve.
Pero, esta navidad será especial. Y muuuy distinta. Primero que nada, porque me pasaré el 24 de diciembre entre aviones y aeropuertos y como la canción de Alejandro Sanz "Por Bandera", volveré a casa por Navidad.
Volver a Chile para Navidad y Año Nuevo hace que esta sea una época de reencuentros. Y eso es mucho más significativo que los regalos o los banquetes casi báquicos que a veces nos pegamos en esta época.
Por eso, esta Navidad sí la espero ansiosa y feliz. Acá todos andan con el espíritu y ojalá se me pegara un poco. Además, como acá los regalos los traen los reyes, eso alaarga la Navidad.
De hecho, tienen costumbres muy interesantes para mi gusto, incluso podríamos imitarlas, para tener más épocas de fiesta, jiji.
Allá el 24 y 25 son parecidos a los nuestros, pero sin regalos: comidas y almuerzos familiares, villancicos y misas del gallo para los todavía practicantes, etc. Después, el Año Nuevo hacen las fiestas de NocheVieja: estas varían según el lugar, por ejemplo, en San Sebastián son formales y acá en Pamplona, la gente se disfraza y comen sus 12 uvas por campanada. Y el 6 de enero, en la madrugada, los niños descubren que sus cartas a los Reyes Magos han sido leídas y encuentran sus regalitos.
Para ellos, una Navidad como la chilena, con 28 grados de calor, se les hace rarísimo. Me preguntaban cómo decorábamos y yo le dije que igual que ellos y que los pobres viejos pascueros de los malls se derretían de calor. Pero en fin, nuestra Navidad es así, un poco gringa, pero así nos gusta y así la gozamos. Porque yo debo reconocer, que aunque no logro empaparme del espíritu navideño como cuando era niña, igual lo paso bien.

desde Pamplona

Llevo casi tres meses viviendo en Pamplona. El tiempo se me ha pasado volando. Tanto así, que en un poco más de una semana estaré viajando de vuelta a Stgo, donde tendré tres ricas semanas de vacaciones. Después, de vuelta a la Madre Patria y directo a exámenes. Como este primer semestre me lo tomé con calma, sólo son tres. Lo que no quiere decir que sean taan relajado, porque mis tres ramos son bien peludos y requieren muucha dedicación. Pero, me ha ido bien y, lo más importante, he aprendido un montón y me encanta.
Hasta el momento, mi experiencia ha sido muy buena y espero saber aprovecharla al máximo. Por eso, voy a cuanto paseo me invitan y así he conocido Madrid y Toledo, San Sebastián, Barcelona, Zaragoza, Olite y Bilbao, además de recorrer bien esta ciudad, que tiene lugares muy bonitos e interesantes, como la Plaza del Castillo, la Catedral o el Museo de Navarra.
He conocido a mucha gente, de aquí y de distintas partes del mundo. Con los que más me llevo es con los latinoamericanos, porque es impresionante lo parecidos que somos todos. Por favor, olvidémonos de esa estupidez de que somos los jaguares de Latinoamérica, es una huevada. Tenemos la suerte de estar mejor que algunos de nuestros vecinos, pero eso no nos da el derecho de sentirnos superiores.
Otra cosa: a los que piensan que España es la tierra de las oportunidades y buscan emigrar en busca de un mejor futuro, mejor quédense dónde están o váyanse a Australia o Canadá. Acá está lleno de gente que iene a eso y hasta para los mismos españoles se hace difícil encontrar una pega. Distinto es si se vienen con un contrato o, como yo, a estudiar. Ahí la cosa cambia.
Por último: los que creen que aquí los latinoamericanos somos vistos como lo peor, déjenme decirles que están equivocados. Los españoles no son tontos. Saben distinguir perfectamente quiénes vienen a trabajar en lo que sea y quienes vienen a estudiar o con contrato. Con los primeros son muuy pesados, con los segundos no.
Mi experiencia ha sido buenísima. He sido bien recibida, bien tratada y ayudada en cuanto he necesitado. No tengo nada de qué quejarme, estoy encantada. Recomiendo este país para venir a estudiar. Obviamente, es más caro que Chile y tienen unas cosas que al principio cuesta entender (como que remojen tooodo en la leche o que no sean capaces de ver una pelicula subtitulada y tengan que doblarla). Pero son buenas gentes, a pesar de ser mal genios y, los del norte, por ejemplo, un poco parcos y tímidos.

martes, diciembre 12, 2006

10 de diciembre de 2006

En Chile y, en general, en todas partes, nos gusta recordar las fechas. Y esta fecha, 10 de dic quedará en la memoria de nuestro país, por ser el día en que murió pinochet. Más allá de las opiniones políticas, que desgraciadamente nos siguen dividiendo, será una fecha a recordar. Porque, les guste o no, Pinochet fue un hombre que marcó la historia de nuestro país. Para bien, porque por ejemplo es el gestor de nuestro sistema político y económico actual, y para mal, por las violaciones a los derechos humanos. No debemos olvidar ninguna de las dos cosas, ni lo bueno ni lo malo. Y a veces ése es nuestro problema: que sólo recordamos lo que nos conviene. Otro de nuestros problemas es nuestra intolerancia: no podemos concebir que otra gente no piense como nosotros. Y es común, tanto entre sus opositores, como entre sus adeptos, personas que descalifican a las demás. Ayer se me llamó hueca, superficial y neomomia por no celebrar la muerte de Pinochet y llamarle la atención a los que lo hacían. Cuando expliqué que mis argumentos los extraí de mis estudios e investigaciones, me dijeron soberbia. Talvez me equivoqué en llamar izquierdista a una persona que no lo era, pero sus ideas me recordaron mucho a los que sí lo son.
Quiero que quede claro que yo respeto otras opiniones. Lo que no concibo es que los demás no me respetan a mí. Me molesta que se rían de que una persona de 91 años se enferme y me da pena que se celebre la muerte de alguien, aún la del más cruel dictador. No creo que en Alemania se haya festejado el suicidio de Hitler ni en la Unión Soviética la muerte de Stalin. Talvez sus muertes trajeron alivio y significaron el fin de situaciones horrorosas, pero no creo que nadie haya celebrado. Es más: la gente que está demasiado dolida no celebra el fin del que le causó el daño. Sobre todo, porque cuando se tiene tanto dolor, también se siente odio y deseo de venganza. Y cuando muere el causante de ese daño, sientes que no tuvo su merecido castigo.
Por eso me extrañó tanta celebración. Osea, que haya gente que se puso contenta, vale, porque lo odiaban y tienen razones para hacerlo, muy justificadas por lo demás. Pero ya ponerse a celebrar con champaña en la plaza Italia me parece mucho. Lo habría entendido si su muerte significara el fin de su gobierno y su represión. Pero no fue así. Hace rato ya que se acabó todo.
Y lo que me parece el colmo es la ordinariez que han mostrado personas de los dos sectores. Aunque no estoy de acuerdo con la celebración, creo que ésta no hace daño a nadie (aunque sí a la familia de Pinochet, pero no creo que a los que celebran les importe mucho eso, por las mismas razones por las que celebran), tampoco iría al funeral de Pinochet, pero sí respeto a los que fueron. Lo que no concibo es que haya gente que se ponga a hacer desórdenes y a destruir todo. eso me parece el colmo. Como también deploro la actitud de los pinochetistas que ayer atacaron e insultaron a unos periodistas españoles que reporteaban, por el sólo hecho de ser españoles. Ambas cosas para mí, que estoy en España, hacen que tenga que dar explicaciones, para que acá no se crea que todos los chilenos somos unos exaltados ordinarios.